lunes, 25 de julio de 2011

El peludo Francisco


Cuando el peludo Francisco,
compadre del zorro Juan,
desde unos montes que están
sobre los campos del fisco;
pensaron que algún arisco
habría nomás que voltear
porque al ponerse a mirar
de la última carneada,
ya no les quedaba nada,
ni un hueso pa sancochar.

Por eso ni bien pintó
la campaña entre dos luces,
rodió el zorro sus ñanduces
y un "moro" grande ensiyó.
El peludo embozaló
de su tropilla'e guanacos
un gatiao fino y macaco,
pero que era ligerazo
pa correr en campo raso
como entre los alpatacos.

Como una heroica figura
salió el peludo en su esfera,
con dos pares de potrera
bien ceñida a la cintura.
Y el zorro con más holgura
sobre su moro machazo,
dijo: "Vi'alzar por si acaso
el trenzáo que usted me dió
porque la verdá es que yo
me tengo más fe pa'l lazo".

No habían andáo una legua,
cuando vieron a lo lejos,
con un padrillo azulejo
una manada de yeguas.
-"Como aquí no hay que dar tregua",
dijo el zorro sin imploro,
"Usted Francisco que es toro
si me las pudiera echar,
yo alguna vi'acollarar
a la asidera del moro".

El peludo sin complejo
le dijo: -"Usted estése atento
que yo, no dándome el viento,
me le vi'árrimar de lejos".
Y pa cuando el azulejo
quiso alertar su yeguada
ya el peludo a carcajadas
venía gritando: "¡¡Juan,
no erres por Dios que allí van
toditas amontonadas!!"

Salió el zorro revoleando
con barrios royos y armada,
grande como una alborada
que al campo va despertando.
Y al tirarle carculando
a una potranca rosilla,
sólo enlazó una jarilla
y allí quedó un alma criolla
golpeándose con la argolla
de rabia en las carretillas.

El peludo desbocáo
pasó por la polvadera,
revoleando las potreras
sobre su pingo inclináo.
y al ver al zorro enredáo
le gritó: -"¡Saque las botas!",
y mientras que el viento azota
de los baguales el tuse
le juntó los caracuses
a una tordilla grandota.

Y al peludo degollara
tenía la yegua en el suelo,
cuando el zorro caido en pelo
llegó arroyando la armada.
Y al tenerla desollada
desde el lomo hasta las patas,
cuando Juan decía: -"¡A gaaatas
le erré el tiro por descuido"...,
se oyeron unos gruñidos
que hacían tiritar las matas.

-"Qué desgracia", dijo el zorro,
"¡Qué negro el destino mío,
parece de que mi tío
nos mira de cada morro!..."
Era el león que en un matorro
había estáo echando un sueño
y al sentir el desmpeño
de inmensa yegua voleada
presintiendo la carneada
se arrimó frunciendo el seño.

Juancito temblando entero
lo saltó al moro apuráo,
y el peludito empacáo
solo dió vuelta el talero.
Y en cuanto el león carnicero
empezó a comer de pié,
gritó el peludo con fe:
-"¡Pare don León, los mordiscos,
porque al peludo Francisco
naides le ensucia la res!"

Le tiró el león un zarpazo
que el peludo muy ligero,
le paró con el talero
pero igual cayó fieraso.
Entonces el zorro gauchaso
empezó a gritar sin yerro,
"¡Compadre! ahí vienen diez perros
así que una cueva gane",
y el león temiendo a los canes
juyó también a los cerros.

Reiba el zorro a carcajadas
viendo al tío disparar,
y el peludo al dispertar
le victorió la cargada.
Y con la yegua carniada
sobre los recados chatos,
el zorro en sus arrebatos
decía rumbo a la cueva:
-"¡Ahura sí que truene y llueva
que aquí hay carne para rato!".

4 comentarios:

  1. la verdad que es muy lindo escuchar escuchar esta milonga que hace volar la imagincion con esttas personificaciones, me gusto!!!!

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  2. Hola. Es "sobre los campos del fisco" hace referenciA a los campos fiscales. Un abrazo. Sabio y hondo siempre Saúl Huenchul. Gracias este blog es imprescindible.

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  3. Mis disculpas a la gente de "Pico"... y pa usted don Pablo Solo Díaz: Chás gracias por pasar a corregir y ponderiar. (Debo andar bastante mal del "oido". Abrazo grandote y a ver cuándo se anima a cruzar mi tranquera!

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