(Pintura: Errecaborde)
-¡Adiós, amigo Nicasio!
-¿Qué me cuenta don Besaires?
-Ya me ve, de Güenos Aires
rumbiando pa mi jogón.
Vengo enfermo y almirao
de ver cosas, aparcero,
que ni recordarlas quiero
porque me da comezón.
-¡Pucha que lo han cinchao flojo!
No lo créiba tan mulita,
cuando hay cosas tan bonitas
allá, sigún me han contao...
-Es verdá, pero amigaso,
me acaloro por instantes...
No es el Güenos Aires de antes,
está todito cambiao.
Viera el hembraje, cuñao,
se han güelto unas muñequitas,
con las polleras cortitas,
tusadas a lo varón.
Los vestidos transparentes
y sin ninguna bajera,
y en la trompa, si usté viera,
se han pintao un corazón.
Las pestañas encrespadas
como pa mirar p'arriba
y no es nada ¡virgen mía!
¡Vieja qué ojeras, cuñao!
Y a dos por tres, en la calle,
abren una maletita
y sacan de una cajita
un menjunje colorao.
Y entran a darle a la trompa
como a mancarrón ajeno
y se acomodan el pelo
de un modito encantador.
Se miran en el espejo
que train en la maletita,
y aparece en la trompita
jugueteando el corazón.
Todas andan como el tero,
las canillitas peladas
y las uñas bien pintadas
todas de color punzó.
Un zapatito de tientos
que van los pieses ajuera
y caminan, si usté viera,
¡qué tranco más llamador!...
Los mozos, es para rairse,
ninguno lleva sombrero,
es de almirarse, aparcero,
han cambiao de sopetón.
Todos andan en cabeza
con el pelo bien tirante,
de grasa bien relumbrante
para lucirla mejor.
Han traído de las Uropas
todo eso los estranjeros
y el hembraje, compañero,
se ha enancao en esa moda;
no hay morochas ni pa muestra;
todas son ruanas, cuñao,
todas de pelo encrespao
como patito son cola.
Y en los cafeses, si viera,
hay bandas de señoritas
a cuál de ellas más bonitas,
arregladas con primor.
Y en el salón, muchas mozas
con el vermute servido,
se prienden a un cigarrillo
que ni Dios sufre el jedor.
¿Y ésa es moda, don Nicasio?
¡Si es pa perder el sentido!
Al criollo ya lo ha estinguido
el progreso en su favor.
En nuestra tierra, amigaso,
gobiernan los europeos
y ya no es criollo el pueblero;
se ha convertido en nación.
-No dudo que tenga razón
en su juicio, don Besaires,
pero dirse a Güenos Aires
y volverse como jué,
permítame que le diga
que no es criollo verdadero.
Si yo entro en ese entrevero
no me güelvo como usté.
Me cuesta creer que hay güelto
sin haber echo una entrada...
-Esa es fruta reservada
para el pueblero, cuñao...
Al gaucho sólo le queda
desiar al fruta pintona
y no pensar ni por broma
que es para él ese bocao...
-Pues le aseguro que yo
voy a vender mi tropilla;
me visto de cajetilla
y rumbeo pal poblao.
Dejaré de ser Nicasio
si al correr esta carrera,
no me traigo una pueblera
de esas ruanas que he contao...
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