(Foto de Plaza Constitución "1895")
Mi muy querida Benita:
aunque bichoco y despiao
de tanto haber caminao
en esta ciudá bendita,
le pego una cuerpeadita
al cansancio que me aplasta
y, haciendo honor a la casta
de criollo guapo y curtido,
a escrebirte me decido
tuito el día si me basta.
¡Qué ha de bastar! Ni en un año
creo podría escrebirte
cuanto tengo que decirte,
de embarullao y de extraño,
como entre un susto tamaño
he visto en esta ciudá,
que como borracha está,
gritona y embanderada,
florida e iluminada
que's una barbaridá!
Después de andar en prisión
un día en fierro carril,
llegué como un perejil
a la mentada estación
que llaman Constitución
y que es un galpón grandote,
ande dentramos al trote,
echando un humo jediondo,
y metiendo un batifondo
que daba al diablo un cerote.
Yo bajé medio entumido
y ansina como almariao;
de la vista encandilao
y del mate dolorido,
cuando un mozo que me vido
y se hizo cuenta, dejuro,
de que estaba en un apuro
en aquel corral ajeno,
vino a refalarme el freno
y a ayudarme, comedido.
-Veo que usté es pajuerano
(me dijo con güenos modos).
Mirá Benita: no a todos
les cái del cielo un hermano
que venga a darle la mano
en un trance como el mío,
¡pues me encontraba en un lío
mesmamente soberano!
-¡Ha adevinao, amigazo!-
le dije al mozo pueblero;
¡estoy como un hormiguero
al que le han dao un humazo!
Había sido fierazo
hallarse de sopetón
en medio a una población
ansina, deste tamaño...
mesmo que en un pago extraño
suele hallarse un mancarrón.
-¿Y trai equipaje?
-Ese lío
que son mis pilchas camperas;
unas maletas fuleras
y pa fumar el avío...
¿De qué se rái?
-Pues me río
de verlo a usté tan confiao
largarse ansí, sin cuidao
con su talero en la mano...
-¿Y no sabe quel paisano
nació para ser soldao?
¿No sabe que esta nación,
hoy tan grande y tan ufana,
nació de un toque de diana
y un disparo de cañón?
¿Que un valiente pelotón
de paisanos argentinos,
más valientes que ladinos,
más patriotas que valientes,
levantaron, imponentes,
esos colores devinos?
¿Ya no se acuerda, paisano,
de los Patricios mentaos,
de los bravos Coloraos,
de los Blandengues, del llano
en que con sable en mano
y garabina terciada,
bajaba a la disparada
con su gauchaje atrevido
aquel Güemes tan temido,
el de la fama mentada?
¿Y no saben los puebleros
que fueron gauchos, al fin,
los bravos de San Martín,
los heroicos granaderos,
los audaces, los primeros
que al cóndor de la montaña
asustaron con la hazaña
de llegar hasta sus nidos
y allí lanzar, atrevidos,
su protesta contra España?
¿No saben que si hoy tenemos
patria, riqueza, fortuna,
se la debemos ¡ahijuna!
al gaucho... ni más ni menos.
Que ellos, valientes y güenos
pa trabajar ande quiera,
custodiando la frontera,
en el rodeo o sembrando,
siempre se les vio formando
al pie de nuestra bandera?
Como en misa se quedó
aquel pueblero, Benita,
al oír esa licioncita
que ni en sueños esperó
de un gaucho que, como yo,
se la diera de memoria,
pues ellos saben la historia
como yo de hablar en gringo,
o como puede a mi pingo
montar cualquier zanagoria.
-¡Había sido dotor!
(me dijo riyendo el mozo),
-Antes de salirme el bozo
ya era en mi pago cantor
y ya echaba un "¡de mi flor!"
a cualesquier atrevido,
aunque me dijera, "¡envido!"
con un bramido de toro,
porque el gaucho Martín Oro
jamás se dio por vencido.
(Ilustración: Esteban Tolj)
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