(Foto de don Buenaventura Luna)
Vengo de todos los tiempos,
crucé todos los caminos;
en encontrados destinos
luché duro con la suerte,
y apagó mi sed de muerte
el agua de los molinos.
Niño… corrí por los campos
-pájaro libre y sin nido-.
No me importa si he sufrido,
que en esta carrera larga
no hallé decepción amarga
porque nunca fui vencido.
Sendas trazaron mis plantas,
huellas mi antigua carreta;
no sé si llegué a la meta
por un camino de asfalto
o si volando muy alto
chocaré con un cometa.
He de cantar hasta el fin
al bosque, al cerro, a la estrella;
a alguna chinita bella,
al algarrobo, al chañar,
hasta que el gaucho cantar
deje en las almas su huella.
Por aquí anduve, por éste y tus otros Lares. Ayer un ratito, hoy otro ratito. Entré descalza, así como se entra al Templo de la Palabra de otro.
ResponderEliminarY visité tu otra Escritura, esa que hacés a caballo, tierra y montura. Porque finalmente todo, absolutamente todo es Escritra sobre el Mundo.
Saluditos.
Virginia.