(Foto: Ethel Panciroli)
Si en la hora final yo me consumo
sabiendo como sé que nada alcanza
para colmar en vida la esperanza,
que todo lo que vi tan sólo es humo.
Si fue vano el gemir en la querella,
la risa inútil, el desvelo largo,
no es tan triste el morir, no tan amargo
el tránsito supremo hacia la estrella.
Si la rosa de aquella primavera,
yace en el fango, en fango convertida
y en los aires se fue desvanecida
en aire y luz el ave prisionera.
Aunque el dolor me anegue
no he de estallar en llanto.
Cuando la muerte llegue
le entregaré este canto.
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