(Fotos: Eduardo Amorim)Andaba un suave vientito
a la bulla entre el maizal
y repuntaba un mensual
la majada al trotecito.
Tocó el chajá con un grito
la retreta del bañao;
después miré pa'l costao
y vi que en la vizcachera,
había un vizcachón ajuera
tomando el fresco sentao.
Un tremendo lechuzón,
bichando por sobre el hombro
me miraba con asombro
parao en un varillón.
Al verme medio cercón
con pereza tendió el vuelo,
y volando al ras del suelo
pegó un grito y escuché
que me trataba de "ché"
como tomándome el pelo.
Murió en la tranquera rota
la víbora de la senda,
y volando a media rienda
iba la última gaviota.
Salió una estrella grandota
pa'las otras de siñuelo,
y en el campo azul del cielo
ya iban siendo numerosas
las semillas luminosas
que se habían sembrao al vuelo.
Un ñacurutú volando
salió del fondo'el jagüel,
madrugó, por que pa'él
recién estaba aclarando.
Un murciélago aleteando,
al lao de los arbolitos,
tragaba sombra y mosquitos,
y el zorro de la tapera
le dio "permiso" a un linyera
mandao por los caminitos.
Jugaban a las topadas
un ternero con el otro.
Un matungo se hizo el potro
y agarró el aire a patadas;
pegando unas retozadas
como dándose un apronte.
Ya la luna sobre el monte
desparramaba su plata,
y ardía la fogarata
del "San Juan" del horizonte.
Tardecita de mi ayer,
nunca te h'echao al olvido
y allá en mi pago querido
te quiero volver a ver.
Otro igual atardecer
para mi vida yo ansío;
hasta mi pecho vacío
también será una tapera,
donde vivirá un linyera
que es este corazón mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario