Una cincha de alpillera
bien prendida a la cintura,
una máquina que apura
y una gaviota que espera;
descanso en la cabecera
se ventaja en el tirón,
el molesto picotón
de una hormiga colorada
y está la melga empezada
el aumento del montón.
Trago de agua a la pasada
que el sudor va reponiendo,
maleta que se va haciendo
cada tranco más pesada.
Sol que tarda en la bajada
de algún cerro en su perfil,
un Balcarce y un Tandil,
Mar del Plata y Santa Fe,
La Dionisia, Mechongué,
febrero, marzo y abril.
Remolino del rastrojo
que va empolvando la cara,
y una sola parte clara
que es la del blanco del ojo.
Chamico, quinoa y abrojo
le bandea la alpargata,
repartija de la plata
cuando arregla el cabecilla
y alegría en la cuadrilla
cuando acaba la contrata.
Sacador del campamento
que sobre el suelo tendés,
y en la rodilla ponés
el plato de tu sustento;
rival del sol y del viento
que ante el surco no se arrolla;
pa vos mi décima criolla
y esa papa que sacás:
que no te falte jamás
cuando hay que echarle a la olla.
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