"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
sábado, 28 de noviembre de 2009
La mujer y la guitarra
La mujer y la guitarra
como muchas cosas más,
las hizo Dios pa'tocarlas
más yo no puedo olvidar,
las guitarras que he pulsao
con el afán de encontrar,
la que acompañe mis sueños
y esto no es por comparar;
hubo algunas que al templarlas
comenzaron a chillar.
Una vez tuve una hermosa,
guitarra de formas finas;
que me gustaba tocar
porque era dulce y gemía.
No fue guitarra pa pobre,
me la llevaron un día;
y hoy no me aflije su ausencia,
pues por cosas de la vida;
supe que anda en otras manos
gimiendo como en las mías.
Quedé solo con mi suerte
pero algún tiempo después,
de la vida en los caminos
otra guitarra encontré.
Fue por viejas experiencias
que apenitas la templé,
como aquél que la tuvo
antes que yo, alguna vez;
me dí cuenta que mentía
y yo también la dejé.
La guitarra sabe ser
como su mismo encordado,
que cuando es nuevo desdice
y anda bien después de usado.
Vuelve a desdecir de viejo
y en tal caso hay que cambiarlo,
más el que cambia guitarra
por cosas que ya he expresado;
puede perder la que tiene
sin agarrarle la mano.
Hay maneras muy distintas
de igualar un encordado,
puede ser por las bordonas
tercera alta o prima baja,
y hay otra forma secreta
que conocen los que cantan;
el de guitarra llorosa
aunque es difícil templarla,
porque han llorado cantores
sin que llore la guitarra.
Hay guitarras que son duras,
las hay demasiado blandas...
y hay otras que no se templan
ni con clavijos de plata.
También las que desentonan
con quien las tiene y les canta...
Yo quisiera una sencilla
que aunque me cueste templarla,
se duerma sobre mi pecho
así quiero una guitarra.
Pa salir del paso
Siempre la gente me ha dado
un lugar para cantar
o mejor dicho pensar,
en voz alta y con cuidado.
Aprendí a dejar de lado
las vanidades vacías,
escombro de la porfía
que el hombre lleva en la mente
y que crece tristemente
en las almas sin valía.
Golpe tras golpe y caídas,
no mellan los sentimientos,
ni se arreglan con lamentos
las cosas que están perdidas.
Las estrellas encendidas
solitas se han de apagar,
aprender a razonar
es un deber del cristiano;
sino en el primer pantano
seguro se ha de quedar.
Se equivoca en esta vida
quien cree que compró la suerte,
sobre el débil pasa el fuerte
y aprovecha la partida.
Pero el ave mal herida
si recupera su vuelo,
sabe que en el ancho cielo
su remedio ha de encontrar,
y así podrá restaurar
sus más profundos anhelos.
Al recibir una mano,
si bien es de buena fuente
siempre he tenido presente
el sentimiento más sano.
Cuando el potro es orejano
es dueño de su destino,
pero el avaro es mezquino,
el que sólo piensa en él;
no tiene un amigo fiel,
es oscuro su camino.
Pensamientos de un trovero
hoy aquí he venido a dejar
solo por querer andar
con el canto verdadero,
"un grano no es granero"
dice un proverbio español,
y si tenemos buen sol
la cosa va a ser pareja,
aunque la luna sea vieja
siempre sirve de farol.
Algarrobo centenario
Viejo algarrobo, tu sombra
centenaria y bonachona
trae frescuras al alma
de distancias y de auroras.
Cuántas lunas y luceros
alumbraron tu silencio
cuantos recuerdos lejanos
te han arrimado los vientos
Algarrobo sos ejemplo
de firmeza y de ternura
si supieras como siento
tu infancia en tardes de lluvia.
Que suerte poder tenerte
junto a mi pecho y decirte
que si una esperanza muere,
entre tus ramas revive.
Algarrobo... sueño y luz,
destino de siembra nueva.
Refugio de las estrellas,
aliviador de las penas.
Pronto llegará el invierno,
yo vendré a buscar tu abrigo
y me quedaré en tus brazos
para cubrirme del frío.
Quiera Dios, viejo algarrobo
que a tu corazón de árbol
lleguen un dia mil rosas
a perfumarte los años.
Símbolo de “La Teresa”,
Viejo algarrobo entrerriano.
viernes, 27 de noviembre de 2009
Desvelo
Rojos amaneceres
que ayer me vieron
salir dentre mi rancho
con cara e sueño,
con cara e sueño
pues regresaba
de pasarme la noche
sobre la almohada.
Sobre la almohada sí,
nido e de delicias,
donde me hacía un lugar
tu cabecita.
Tu cabecita si,
¡dónde andará!
¡Con quién la almohada
compartirá!
Rojos amaneceres
que ayer me vieron
salir dentre mi rancho
con cara e sueño,
con cara e sueño
porque no duermo
por compartir la almohada
con tu recuerdo.
Música :Abel Fleury
Canta: Suma Paz
Me verás pasar muchacha
Por la huella de la noche
me verás pasar muchacha,
por estos campos de Dios
llevando el diablo en el alma.
Ya ni se hacia donde voy...
sé que voy y eso me alcanza.
Pa mí la vida es un campo
sin tranqueras ni alambradas,
miro al pájaro en su vuelo
y no le envidio las alas;
él podrá ganar el cielo,
a mí la tierra me basta.
Si me canso, desensillo,
me pego una refrescada
y duermo sobre los pastos
bajo la noche estrellada.
Antes de dormir entono
una canción de pasada,
no me duele el corazón
no tengo penas guardadas...
Tristezas suelo tener
pero nunca digo nada,
al que está triste o alegre
se le nota cuando canta...
Tristezas suelo tener
pero nunca digo nada.
En el flete de la vida,
a la muerte llevo en anca;
la vida me da la vida,
la muerte nunca da nada.
Por la huella de la noche
me verás pasar muchacha
por estos campos de Dios
llevando el diablo en el alma.
Cuadrera
Dos hileras de alambrado
con duros postes rollizos,
resguardan bienes y haciendas
de los dos campos vecinos,
separados por la cinta
polvorienta del camino;
camino que en la quietud
de esta tarde de domingo,
bajo un limpio cielo azul
y un ardiente sol del estilo,
se ha poblado de jinetes
que esperan con regocijo
ver la anunciada carrera
del tostado y el tordillo.
Lucen pilchas domingueras
forasteros y vecinos;
pañuelos de seda al cuello,
botas de lustroso brillo,
y mucha plata en los cabos
de rebenques y cuchillos.
Un viejo boliche esconde
su roja faz de ladrillo,
después de una doble hilera
de redondos paraísos
que estiran su sombra espesa
hasta el borde del camino;
boliche cordial que se abre
en la paz de los domingos,
ofreciendo a su parroquia
sombra fresca y techo amigo.
Adentro, la animación
crece a la par que el bullicio,
y hay un rumor de guitarras
entre el ronco vocerío,
y el aire está espeso de humo
y de vapores etílicos.
Afuera, fila apretada
de caballos aburridos,
resignadamente esperan
bajo el sol que es un castigo.
Sonoras coscojas ruedan
con un incesante ruido,
y suena de vez en cuando
la sirena de un relincho.
Está el ambiente de fiesta,
y como el juego es un vicio
que en el alma del paisano
encuentra fácil cobijo,
se cruzan con entusiasmo
apuestas hechas a gritos.
-"Juego un pesito al tostado...
-"¡Pago!; mi peso al tordillo.
Y así se les va el dinero,
peso a peso, del bolsillo;
dinero que casi siempre
se ganó con sacrificio
en trabajosas jornadas
de sol, de viento y de frío.
¡Largaron por fin! Ya vienen
a todo correr los pingos,
como flechas disparadas
por el arco de algún indio;
vincha blanca el del tostado,
vincha roja el del tordillo,
y en pelo sobre los lomos,
los dos jinetes tendidos.
Redoblan los duros cascos
sobre el parche del camino,
y en sendas nubes de polvo
que el sol cambia en oro fino,
pasan los dos estirados
en un esfuerzo continuo,
dilatados los ollares
y los ojos encendidos,
por una huella el tostado,
por la otra huella el tordillo.
Ambos van como empujados
por un mismo torbellino,
juntos, iguales, parejos,
en cotejo tan reñido,
que es muy probables que no haya
ni vencedor ni vencido.
Sobre los flancos, las lonjas,
descargan rudo castigo
y apuran los parejeros
su ya acelerado ritmo.
En la emoción de la lucha
están los ojos prendidos,
y de las bocas resecas
escapan, roncos, los gritos
que vocean al tostado
o que animan al tordillo.
- "Nada hay hecho; ha sido puesta".
- "Devuélvame el peso, amigo".
Lluvia
Sobre el campo reseco
cae un agua pausada,
que la tierra sedienta
absorbe, bebe, traga.
Bendición de los cielos
que Dios transformó en agua.
Por fin podrá el arado
romper la tierra blanda,
y dibujar sobre ella,
un trazado de rayas;
por fin, sobre los campos,
sonríe la esperanza
de futuras cosechas
y próxima abundancia.
¡Gracias a Dios, vecino;
esta agua vale plata!
Arroyo de los olvidos (Estilo)
Arroyo de los olvidos
Vengo a probar de tus aguas,
Con un cansancio en el alma
Y el corazón dolorido.
Por eso llego y te pido
Aliviador de dolores;
Que cures los sinsabores
Que he venido padeciendo,
De nuevo aquí estoy sediento
Quiero olvidar sus amores.
Yo se que siguen doliendo,
Viejas heridas cerradas.
Parecen cicatrizadas
Pero adentro están ardiendo.
Yo tengo desde otros tiempos
Heridas que andan conmigo,
Y aquella que me hubo herido
Es la que quiero olvidar.
Por eso es que estoy acá
Arroyo de los olvidos.
También se que los que olvidan
Parece que no sufrieran.
Pero les anda una pena
Como una espina metida.
Y ansí transitan la vida
Sin llorar lo que han querido,
A pesar de que han sentido
Dolores que no comprenden.
Lo mío es muy diferente…
Arroyo de los olvidos.
Con tristeza te pregunto
Si ha bebido de tus aguas,
Porque juró que me amaba
Con su sentir más profundo.
Que sólo tenía en el mundo
Como sueño muy querido
Lo que le dio el amor mío,
Pero una tarde sin sol:
Se fue sin causas ni adios…
Arroyo de los olvidos.
A la mujer Argentina
Por gaucha y por femenina,
por lo patriótica y bella
tiene apariencia de estrella
nuestra mujer Argentina.
Es poesía y heroína
y en las èpicas contiendas
cortó rumbo y abrió sendas
cuando el Santo de la espada,
tendió el arco su mirada
lindando con la leyenda.
En la sala colonial
el caballero español,
ante ella postraba el sol
del antiguo cuño real.
Esa hermosura especial
que la muestra interiormente,
es un ósculo en la frente
de las más bellas memorias;
marco de triunfo en la gloria
y canción en el presente.
Si se hamaca en una danza
es acorde musical,
y si borda una inicial
es amor y es esperanza.
Si un amargo nos alcanza
hasta el alma se arrocina,
es gracia cuando camina,
fragancia cuando nos besa;
por eso tiene grandeza
nuestra mujer Argentina.
Nada que ver con las diosas
ni con la Venus del Nilo;
tiene cadencia de estilo
y curvas maravillosas.
Es fragante y hacendosa,
sencilla y cautivadora,
elegante, seductora,
dúctil, suave y atrayente;
como el agua de una fuente
que los astros enamora.
Cuando los años hostiles
me conviertan en despojos,
y se humedezcan mis ojos
por encontrar sus perfiles;
los motivos varoniles
serán ayes de locura,
añorando su blancura
he de proyectar mi suerte,
como un presagio de muerte
que no encuentra sepultura.
Cuando presiento la boca
de la que yo quiero tanto,
la copla se vuelve llanto
en mis inquietudes locas,
inmaculada provoca,
en sueños la oigo decir...
y no puedo describir
el misterio de su trazo:
quiera Dios entre sus brazos
pueda tranquilo morir.
Yo he nacido payador
Yo soy del tiempo de tantos,
sin tiempo y sin edades;
arrastro cien soledades
y mil frustraciones duras,
buscando en noches oscuras,
cien soles y claridades.
Yo he nacido payador
que es el arte primigenio,
mezcla de astucia e ingenio
y de sentires profundos;
y que tiene como el mundo
tras de sí varios milenios.
Cantor que improvisa coplas
asegún las va pensando
y a su vez las va entonando
de acuerdo a una melodía.
Difícil la trilogía:
cantar, pensando y rimando.
Cantor que no tiene época
ni límites de frontera,
idioma, ley ni bandera,
porque existe en todas partes,
universal como el arte
donde la belleza impera.
Bueno, ya he cantado largo
aunque nunca suficiente;
y aquél que escuchó atentamente:
¡gracias por los buenos modos!
y al que no a pesar de todo
¡gracias por ser tan prudente!.
El pan casero
Hizo como quien jugar,
(sin sal ni grasa), un pancito,
y lo puso en un platito
pa llevarla a solear.
Esta se entra a levantar,
revienta y sale pa'juera,
y ella como es panadera
a más le gusta amasar,
aura con ella hace el pan
que es levadura casera.
En un poco de agua tibia,
diluye una cantidad,
de lo que va a amasar,
moja una parte de harina.
Le espolvorea por encima
le hace una cruz con amor,
se encomienda en el Creador,
lo deja pa'l día siguiente,
pa que de nuevo reviente
si no le falta el calor.
Capaz que está cerca el fuego,
lo arrima con alvertencia
y se arma de paciencia
pa que estuviera más luego.
Y entre trajines y ruegos
Dios le brinda ese favor;
y ella que es de corazón
forma la masa y la deja,
con grasa 'e chanch'o de oveja
pa que se leude mejor.
Después hizo fuego al horno
con la leña que juntó,
la masa que preparó
la fue a pasar en el torno.
Luego remueve el rescoldo,
sacó toda la brasita,
puso el pan enseguidita
pa repartirlo a la gente,
pa'l mate con pan caliente
eso de la tardecita.
El retobao
No me gusta que me manden,
yo soy medio cimarrón,
no sirvo para milico,
dicen que sirvo pa’ peón.
Me llaman el retobao,
pero no soy peleador,
eso sí, no cabresteo
porque nací sentador.
No han encontrado palenque
para ablandarme el cogote,
conmigo no va la escuela
ni me arrolo en el chicote.
Soy libre porque me gusta,
soy libre porque lo siento,
soy libre como un bagual
galopando crin al viento.
Rispeto la autoridá’
cuando nace de nosotros,
pero sí que me retobo
cuando mandan unos pocos.
Si grito, soy gaucho alzao,
si no, ya soy peón pa’todo,
cómo quisiera gritar
y que gritásemos todos.
La lluvia empieza de a poco,
dispués viene el chaparrón,
voy haciendo punta solo,
pero atrás viene el montón.
Vamo’a ver quién los sujeta,
ya se vienen arrimando;
cuando sientan el barullo,
van a creer que está tronando.
Donde no pasó la ciencia
(Foto: Aldo Sessa)
Se presentó Santa Rosa,
temporal de la leyenda,
y llevaba una semana
apaciguando una seca.
Se habían cortao los caminos,
aislando gente y hacienda;
la estancia se despertó
en un rumor de tragedia:
la mimosa del patrón
había amanecido enferma.
Era una rubia preciosa,
un ángel sobre la tierra;
y a juzgar por el estao
no alumbraba cosa buena.
El patrón por el teléfono,
le habló al doctor que saliera,
que él iba a salir también
para adelantar su enferma.
Pero al llegar al arroyo,
pa'cruzarlo...¿de'ande, yerba?
Si estaba fuera 'e los causes
más de dos cuadras y media.
Allí terminó el camino,
allí siguió la tristeza.
La madre abrazada a su hija
miraba el agua revuelta
y el doctor en la otra orilla
dando recetas por señas.
Iluminó la tormenta
y recortó en la llanura,
un relámpago de acero
a un gaucho de tez morena.
Que venía en un tordillo
galopeando a media rienda,
paró, sofrenó el caballo;
de un salto echó pie a tierra...
Su saludo fue diciendo
aquí estoy pa lo que quiera.
La madre le quiso hablar
pero la ahugó la tristeza,
y el padre tartamudeando
le decía a media lengua:
-"¿Sabe Señor, lo que pasa,?
¡que está muy grave mi nena!...
"¡Mire el doctor dónde está!,
pero hasta allá, ¿cómo llega?!"
Entonces dice el moreno:
"¡No está muerto quien pelea!".
Desensilló su caballo,
le sacó recao y rienda;
se acomodó el chiripá,
descalzó las nazarenas...
De un salto volvió a montar
y gritó con voz serena:
-"¡Lo único que le pido,
que me la den desenvuelta"...
"Ya ven que el diablo anda suelto,
pero que Dios me proteja!
¡Via llegar con mi caballo
donde no pasó la ciencia!".
Se volvió corriente arriba
pa después tirarse en ella,
él sabía que su tordillo
iba a cumplir su promesa.
Porque un sabino jamás,
desmereció la leyenda.
Cuando llegaron al medio,
remolinos de tragedia,
querían sacar del brazo
aquella flor de inocencia.
Que apretada sobre un hombro
y acostada en la derecha,
parecía un escapulario
sobre un albardón de tierra.
Cuando llegó en la otra orilla
y se afirmó en la ribera,
vió que la mano de Dios
le había encendido una estrella.
Allí se la dio al "dotor",
palmeó el pingo en la paleta,
y le dijo: "Bueno, hermano,
está al medio tu promesa".
"Ahora descanse un ratito,
le viá exigir otra fuerza",
a las dos horas y medias
estaba el negro de vuelta.
Con la chiquita en los brazos
y cumplida su promesa,
por lo que dice el papá
-"Se ha ganado esta carrera...
y usted, ¿cuánto va a cobrar?"
-"¿Yo?, ni las gracias siquiera,
Cuando hago de estas gauchadas
¡nunca fijo recompensa!"
"Pero sí viá reprocharle,
para aliviar mi conciencia,
de que hace unos cuántos años
dicen que por muy chambón,
Usted me echó de una yerra".
"Le via a hablar por mi caballo
él fue quien cruzó a su nena,
y aunque es un pobre animal
quiero que tuitos lo sepan".
"Que aquí naides es más que naides
frente a la naturaleza,
y a mí que por ser moreno
la sociedad me desprecia,
que por pobre y por humilde,
no pude ir a la escuela..."
"Y a usted, Señora, le pido,
cuando haga dormir su nena,
en esas noche de lluvia
en que el sueño matrerea,
le enriede un cuento como éste
que tiene olor a pobreza".
"De que éste moreno viejo,
que no conoce una letra,
que por pobre y por humilde,
no pudo ir a la escuela
cruzó, donde hace un momento,
no pudo cruzar la ciencia".
Se presentó Santa Rosa,
temporal de la leyenda,
y llevaba una semana
apaciguando una seca.
Se habían cortao los caminos,
aislando gente y hacienda;
la estancia se despertó
en un rumor de tragedia:
la mimosa del patrón
había amanecido enferma.
Era una rubia preciosa,
un ángel sobre la tierra;
y a juzgar por el estao
no alumbraba cosa buena.
El patrón por el teléfono,
le habló al doctor que saliera,
que él iba a salir también
para adelantar su enferma.
Pero al llegar al arroyo,
pa'cruzarlo...¿de'ande, yerba?
Si estaba fuera 'e los causes
más de dos cuadras y media.
Allí terminó el camino,
allí siguió la tristeza.
La madre abrazada a su hija
miraba el agua revuelta
y el doctor en la otra orilla
dando recetas por señas.
Iluminó la tormenta
y recortó en la llanura,
un relámpago de acero
a un gaucho de tez morena.
Que venía en un tordillo
galopeando a media rienda,
paró, sofrenó el caballo;
de un salto echó pie a tierra...
Su saludo fue diciendo
aquí estoy pa lo que quiera.
La madre le quiso hablar
pero la ahugó la tristeza,
y el padre tartamudeando
le decía a media lengua:
-"¿Sabe Señor, lo que pasa,?
¡que está muy grave mi nena!...
"¡Mire el doctor dónde está!,
pero hasta allá, ¿cómo llega?!"
Entonces dice el moreno:
"¡No está muerto quien pelea!".
Desensilló su caballo,
le sacó recao y rienda;
se acomodó el chiripá,
descalzó las nazarenas...
De un salto volvió a montar
y gritó con voz serena:
-"¡Lo único que le pido,
que me la den desenvuelta"...
"Ya ven que el diablo anda suelto,
pero que Dios me proteja!
¡Via llegar con mi caballo
donde no pasó la ciencia!".
Se volvió corriente arriba
pa después tirarse en ella,
él sabía que su tordillo
iba a cumplir su promesa.
Porque un sabino jamás,
desmereció la leyenda.
Cuando llegaron al medio,
remolinos de tragedia,
querían sacar del brazo
aquella flor de inocencia.
Que apretada sobre un hombro
y acostada en la derecha,
parecía un escapulario
sobre un albardón de tierra.
Cuando llegó en la otra orilla
y se afirmó en la ribera,
vió que la mano de Dios
le había encendido una estrella.
Allí se la dio al "dotor",
palmeó el pingo en la paleta,
y le dijo: "Bueno, hermano,
está al medio tu promesa".
"Ahora descanse un ratito,
le viá exigir otra fuerza",
a las dos horas y medias
estaba el negro de vuelta.
Con la chiquita en los brazos
y cumplida su promesa,
por lo que dice el papá
-"Se ha ganado esta carrera...
y usted, ¿cuánto va a cobrar?"
-"¿Yo?, ni las gracias siquiera,
Cuando hago de estas gauchadas
¡nunca fijo recompensa!"
"Pero sí viá reprocharle,
para aliviar mi conciencia,
de que hace unos cuántos años
dicen que por muy chambón,
Usted me echó de una yerra".
"Le via a hablar por mi caballo
él fue quien cruzó a su nena,
y aunque es un pobre animal
quiero que tuitos lo sepan".
"Que aquí naides es más que naides
frente a la naturaleza,
y a mí que por ser moreno
la sociedad me desprecia,
que por pobre y por humilde,
no pude ir a la escuela..."
"Y a usted, Señora, le pido,
cuando haga dormir su nena,
en esas noche de lluvia
en que el sueño matrerea,
le enriede un cuento como éste
que tiene olor a pobreza".
"De que éste moreno viejo,
que no conoce una letra,
que por pobre y por humilde,
no pudo ir a la escuela
cruzó, donde hace un momento,
no pudo cruzar la ciencia".
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Mi poncho
¡Viejo poncho! te han cribao
de tiempo, los rebencazos,
como si fueran lonjazos
en un lomo de reservao,
pero vos seguís plantao
y no te sacan ni a cincha
porque cuando el viento tincha,
tendiendo tu trabazón;
sentís a la tradición
como un bagual que relincha.
¡Cuántas veces poncho mío
en tiempo inclemente y duro,
me sacaste del apuro
amparándome del frío!
Y cuando el cielo bravío
corcoveaba en refucilos,
con la trama de tus hilos
cerrada en trenza machaza;
eras como una coraza
que mella todos los filos.
Cuando te llevaba envuelto
como culebra en el brazo,
paraste más de un hachazo
que se venía a darme el vuelto.
Y corajudo y resuelto
entraste en el entrevero.
Y en más de un avance fiero,
cuando topaste un cañón,
¡te fuiste en el borbollón
hasta taparle el aujero!
Vos eras como un consuelo
cuando al tostao frente blanca,
le acariciabas el anca
como peinándole el pelo.
Y cuando en brusco revuelo
lo chicotiabas, travieso,
él encorvaba el pescuezo
como mirando la senda;
y me iba pidiendo rienda
mientras bordaba un bostezo.
¡Poncho de mis campereadas,
mis sueños y mis recuerdos;
que cruzan dulces y lerdos
por mis horas perfumadas.
Al evocar la jornada
que compartimos los dos,
yo siento como una voz
que desde el fondo me grita:
-"¡En esta tierra bendita
mi mejor amigo, sos"!
Por ella
Rozando el pecho en la arena
Sobre un bajo dilatado
Corre un arroyo asustado
Como huyendo de una pena.
Una silvestre azucena
Sonriendo en el borde está,
Canta en el monte un sabiá
Y los ceibos al dar flores
Bañan sus lindos colores
En suspiros de arazá.
Junto a la loma que baja
Por la pendiente cercana
Hay una vivienda humana
Vestida de barro y paja.
La envuelve verdosa faja
De frescos saúcos en flor,
Y en un ombú protector
Que no conmueve el pampero
Cuentan los nidos de hornero
Dulces historias de amor.
Vive en aquella morada
Pedro Sosa, un campesino,
De chiripá de merino
Y de melena rizada.
En su estudiosa mirada
Y en su presencia imponente,
En su sonrisa elocuente
Y en su lenguaje chistoso
Se vé el tipo majestuoso
De una raza inteligente.
Piensa sin retroceder
Dejar cachorros y cueva
Porque imperioso lo lleva
Muy lejos otro deber.
Entre congoja y placer
Mira al pingo que lo espera
Toma el poncho, sale afuera,
Y sosteniendo un combate
Recibe el último mate
Que le da su compañera.
Se aproxima la partida
Y el tigre de la llanura
Sabe rodear de ternura
Su varonil despedida.
Monta con el alma herida,
Sigue su rumbo derecho;
Y en el bajo o el repecho,
Cuando su cara levanta,
Muestra un nudo en la garganta
Y una esperanza en el pecho.
Después... con leal frenesí
Y en un entusiasmo tremendo
Suena el clarín sacudiendo
Los campos de Sarandí.
Pedro Sosa forma allí,
Como un titán atropella
Contra el opresor se estrella
Y al levantarse su brazo
Parece que su sablazo
Dijese altivo: Por ella!
Miradle: No es el chacal
Que confiado en la sorpresa
Espera su fácil presa
Oculto en el pajonal
Es el paisano oriental
Que sentimientos encierra
Lleva su sangre a la guerra,
Lucha con ansia indomable
Y compra a golpes de sable
La libertad de su tierra.
.................................
Pd: Evocando la batalla del arroyo Sarandí - Florida, Rep. Oriental del Uruguay
el 25 de octubre de 1825 entre Juan Antonio Lavalleja y Bento Manuel Ribeiro.
Total es sangre de gauchos
¡Gaucho! Centauro indómito,
auténtico exponente de una raza
a quien jamás exaltara pluma alguna
que escribiera la historia de mi patria.
¡Gaucho! Una paloma en tus ojos
y un tigre dentro del pecho,
fuiste manso con los mansos
pero al pesar tus derechos
la tacuara formó parte
de tus manos y tus nervios.
Fuiste bagual en el llano,
fuiste puma entre los cerros
y cóndor con San Martín,
cuando cruzaste los Andes
y con él ganaste el cielo.
Entre llanto de guitarra
y grito de montonero,
con Facundo y con el Chacho
y con Juan Manuel y Dorrego;
hiciste tuya la patria
que pretendió el extranjero.
Dijeron que eras salvaje,
por eso te persiguieron
y clavaron en tus carnes
la daga del sufrimiento,
cuando no se qué "señores"
te declararon: "matrero".
Y la sangre hecha semilla
dejada en mil entreveros,
cuando montao en un potro
sin mas armas que tus sueños,
sembraste patria y conciencia
para cosechar derechos;
nunca te lo valoraron...
según por ay dijeron:
-"total es sangre de gauchos
y no tiene ningún precio".
Mas tu único ideal
era el de ir ganando patria...
Pienso que siempre el cristiano
apechugó el sufrimiento,
es por eso que yo siento
de esta manera tu ofensa;
por salir en tu defensa
yo te brindo mi homenaje,
con mi pluma y con mi acento.
Porque tu tierra es la mía,
porque es tu sueño mi sueño;
que se enojen los que quieran:
yo... ¡yo te bendigo "Matrero"!
Como lanza
Toda la tarde he probao
entre la prima y la cuarta
porfiando con una nota
y no he podido templarla…
La pava chilla y ni un mate
ha pasao por mi garganta
y si sigo ansí, la noche
se va a echar sobre las casas.
Gastando tabaco y tiempo,
aquì estoy sin hacer nada.
Patrón de mi aburrimiento
me he quedao solo en la chacra
entre dominante y tono
de una milonga pampeana.
Bozal para los recuerdos
que a mis recuerdos amansa.
Sin encerrar la lechera
ni traer leña pa’ las casas,
abrazao a la tristeza
que destila mi guitarra.
En un tiempo fui patrón
de caminos y distancias;
parao sobre los estribos
siempre más lejos miraba.
Las narices de mi moro
ventiando un charquito de agua
eran el único apuro
que mi destino apuraba.
Dueño de soles de marzo
y noches de estrellas altas,
desensillaba ande quiera
bajo cielo de mi patria…
Ningún amor duradero
por entonces me hacía falta,
me duraban los romances
entre la noche y el alba.
Pero… una tarde de otoño
más triste que mi guitarra,
me vio pasar por aquí
con la tormenta en la espalda.
Torearon dos ovejeros,
ella salió de las casas.
Yo ensayé un: “¡Ave María…!”
até el moro a la enramada
y sonaron mis espuelas
con un tin-tin de rodaja.
Cuando dentré a la cocina
pa’ saludar a su tata.
Se levantó el hombre viejo,
me tendió su mano gaucha:
“-Desensille y pase mozo,
mire que se viene el agua…”
Dos ojos grises de tiempo
le chispeaban en la cara
mirando aquél forastero
de a caballo y con guitarra.
Cenamos en la cocina
después del mate y la charla;
yo canté de sobremesa,
casi hasta la madrugada.
Me levanté tempranito,
el camino me esperaba,
y los ojos de la moza
pedían que me quedara.
Y allí terminó pa’ siempre
la historia de mis andanzas…
Cambié por dos ojos tristes
mis noches de estrellas altas.
Mi guitarra tuvo dueña,
porque ella también cantaba,
y le hacían desde el ombú
contrapunto las calandrias.
Mi moro dentró a engordar
en el potrero ‘e las casas
y en un rincón se durmieron
mis dos espuelas de plata.
Después su sueño y el mío
se juntaron en la almohada,
emplumando dos pichones
bajo una ternura mansa,
y jueron dos muchachitas,
prendidas de mis bombachas,
que me pialaron los rumbos
de mis pasadas andanzas.
Y aquí estoy clavao pa’ siempre
igual que una vieja lanza,
con cicatrices de herrumbres,
recuerdos de antiguas cargas…
Gastando tabaco y tiempo
me he quedao solo en la chacra,
viá’rrimar unas astiyas
y a ver si priendo una lámpara
antes que vengan del pueblo
la patrona y las muchachas...
Que si me ven en lo oscuro
van a creer que algo me pasa,
y capaz que esas mandonas
me den una levantada,
porque… a pesar de los años
y el respeto por mis canas,
yo soy dueño de mi tiempo…
pero ellas son las que mandan.
......................................................
sábado, 21 de noviembre de 2009
Hombrada
¡Mándensén mundar tuitos a la puta!
¡No quiero sabandijas en mi rancho!
¡P'aguantarle los secos a la pena
no precisa'e culeros el qu'es macho!
¡Vamos! ¡Juera de aquí, manga'e trompetas!
¡No esperen que los saque a rebencasos!
¡A mentir a otro lao! ¡A mí esas lástimas
sólo consiguen enyenarme de asco!
¡Si m'hija jué pa ustedes una pluma!
¡Si ustedes jueron los que la mataron
a juersa'e picotiar en su conduta
como en la oveja cáida los caranchos!
¡Dispués qu'eya, la pobre, tuvo el hijo,
como a perra sarnosa la cuerpiaron;
jué una brosa nomás, una largada;
sólo sirvió pa risa y pa estropajo!
¡Ninguno se acordó qu'eya era güena
-un alma'e Dios que a naides hiso daño-,
y aguantó la infelís, com'una marca,
el disprecio safao de tuito el pago!
¡Su nombre recorrió las pulperías
manosiao y babiao por los borrachos,
jué la farra'e las chinas en los bailes
y en las ruedas de mate de los ranchos!
Y aura que ya murió la pobrecita,
cansada de vivir hecha un pingajo,
¿tienen coraje pa venir tuavía
a lechuciar ande la'estoy velando?
¡Mándensén mudar tuitos! ¡Machos y hembras!
¡Aquí ya no hacen falta los caranchos!
¡A campiar a otro lao carnisas frescas
ande se puedan empachar pulpiando!
¡Juera de aquí, sotretas! ¿No me han óido?
¿'Tan esperando que los curta'laso?
¡Aquí ya'stá de más la chamichunga!
¡Ya no hay a quien sangrar en este rancho!
¡Juera de aquí! ¡Si pa velar su cuerpo
y darle sepoltura yo me basto!
¡Si no precisa agayas emprestadas
p'apechugar las penas el qu'es macho!
Justicia
Como manada'e perros cimarrones
cuando topa una res flaca y sin juersas,
lo cargó entropiyao el milicaje
sin darle tiempo ni a maniar la oveja.
Y los corvos ganosos se cimbraron
en el lomo del gaucho,
mientras juía trepada en el pampero
la vos enronquecida'el comisario.
Atao con maniador de cuero crudo
po'abajo'e la barriga del cabayo,
tosiendo sangre, reventao a golpes,
pa las guascas dispués con él tocaron.
Del pescueso en la barra
pasó la noch'entera,
judiao po'el cuartelero, que al sentirlo
clamar de sé, le daba salmuera...
Y al otro día un jues empalagoso
s'esplayó hablando'e leyes y delitos,
y a la sombra mandó que lo tuvieran
una punta de meses, por castigo.
No tuvo en cuenta qu'el caudiyo'el pago,
por cuestiones de pelos,
lo había echao al paisano de su estancia,
and'estaba ganándose'l puchero.
Ni qu'el hombre, campiando otro conchabo
sin poder conseguirlo,
había yegao al punto'e rebajarse
mendigando una achura pa sus hijos.
Ni qu'el dueño'e la oveja que robara
tenía la burra rebosando'e libras,
y una punta d'estancias tan pobladas
que ni él mismo su hacienda conocía.
Y qu'en cambio en el rancho del paisano
-un sucucho sin juego y sin abrigo-
yoraban tres gurises inocentes
galguiando de hambre y erisaos de frío...
Defensa
Jué'n el monte, a la hora'e siesta.
Almariaba la fragancia de arrayanes y espiniyos.
Y en sus flores menuditas, los golosos mangangases
chupetiaban con angurria de gurises mal comidos.
'Taba'e fiesta el bicherío: cardenales y sabiases
retosaban, picotiando los cambuises renegridos;
con cuscuses amorosos se yamaban las torcasas
y el sol fréia las chicharras en los secos espartiyos.
En la oriya'e la laguna las mojarras, en cardume',
amostraban a flor de agua su platiao escamerío,
y los tábanos hambrientos, atisaos por el mormaso,
se crusaban desinquietos, mesturando sus sumbidos...
Jué'n el monte, a la hora'e siesta.
Nos topamos casualmemte, por antojo del destino.
N'hubo un ape de malicia ni de cárculo en aqueyo.
El culpable de tu cáida no es más naide qu'el istinto.
¿Te acordás? Vos, en cluquiyas a la sombra de un matáojo,
remangao hasta las corvas el percal del vestidito
y enseñando el espumiante puntiyaje de las'naguas,
palmetiabas unas ropas, talariando un estilito.
Yo, que había hecho munchas leguas de un tirón,
apeligrando con aquel solaso bruto agenciarme un tabardiyo,
dentré al monte pitanguiando, p'apagar la sé del viaje
y dar tiempo a mi lobuno de tomarse un resueyito.
Y te vide, y en mi sangre
corcovió desatinada la potrada del istinto;
y mis ojos se pegaron como brasas a tus pechos
que s'hinchaban provocantes entre'l cepo del corpiño...
Vos tamién, ¿pa qué negarlo?, vos tamién ardiste yama;
como víbora el deseo s'enroscó en tu cuerpo lindo,
y jué asina que mesclamos, redepente, sin hablarnos,
el enjambre baruyento de tus besos y los míos...
Nos quisimos sin tabujos ni metiras, cara al cielo,
baj'un sol que achicharraba la barbasa'e los blanquiyos,
y tuvimos pa querernos la inocencia de los pájaros
qu'endulsaron las caricias con la música'e sus trinos.
¿Por qué entonce'vos yorastes al salir d'entre mis brasos,
reprochándome'el haberte deshonrao y envilecido,
y me juís dende aquel día con el miedo con que juyen
las cachilas, cuando avistan un halcón ronciando el nido?
Separación
Tenés razón, chirusa, yo compriendo
que no podés seguir viviendo asina.
Andá nomás ande otro amor más moso
te oferta el camuatí de sus caricias.
Aquí, a mi lao, la yama de tus ojos
s'está gastando al ñudo, entristecida,
y apretao en el nido de tu boca
se va'entumir el pájaro'e la risa.
No hacemos güena junta, no podemos
seguir cinchando en vaca de la vida.
Los casales precisan ser parejos
pa que dure'l amor cuando se anidan.
Y el que formamos vos y yo es distinto.
Yo soy afeto a la melancolía,
amigo d'emponcharme'n el silencio
pa rondar amarguras escondidas...
Y vos, china, sos tuito lo contrario:
pa vos la vida es novedosa y linda;
tenés por corasón una calandria
que sólo sabe'l canto'e l'alegría.
¡Son tan desencontradas nuestras almas!...
La tuya es flor: precisa sol y avispas;
la mía es bicho'e lus: de día se apaga;
sólo de noche priende su estreyita.
Jué chambón el destino al apariarnos
pa tranquiar en coyera por la vida.
No bastaba mi amor cansao y viejo
pa tu ilusión ricién amanecida.
¿A qué porfiar? Conviene más abrirnos.
Mi cerrasón es triste y aburrida,
y con el riego escaso'e mi ternura
se va'murchar tu mocedá florida.
Andá nomás ande otro amor te yama.
No hacen liga tu sol y mi niblina.
Dejá este rancho ande hasta la guitarra
se ha contagiao de mi melancolía...
Andá sin miedo y sin remordimiento.
Yo no viá'certe ni un reproche, china.
Si ninguno'e los dos tiene la culpa,
¿pa qué agriar de rencor la despedida?
Hembra
Pa dentrarme'en el alma juiste artera y mañosa.
M'engrampastes a juersa de tarimba y carpeta.
Con dispacio y baquía, como quien cincha'l monte,
preparaste la trampa pa embretar mi soncera.
A ocasiones mansita como yegua'e piquete
y a ocasiones lo mesmo que un venao de matrera;
di a ratitos tristona, redetida en suspiros,
y otras güeltas beyaca, negadora y perversa;
rebenquiando ese cuerpo cimbrador com'un'unco
-and'hicieron tuitas mis miradas querencia-,
y enyenando'e promesas esos ojos dañinos
que almarean más juerte que la mesma giñebra,
pecho adentro, di a poco, te me juiste ganando,
sin temor de qu'el güeso se pudiera dar güelta,
pues jugándola en vaca con mandinga, ¡dejuro!,
cualquier cancha te sirve y ande quiera echás güena.
Pa la trensa del laso que pialó mi cariño
desbarbaste los tientos con prolija destresa.
¡Baquianasa la china! ¡Ni campiando a candiles
s'encuentra otra que sirva pa empardarte siquiera!
Yo, asonsao por tus tretas, no patié la celada;
m'enredé'n tus mentiras de mujer cabortera;
y en mi rancho de adobe, munchas noches escuras,
p'alumbrarme p'adentro tu ricuerdo ju'estreya.
Te desiaba y te véia po'ande quiera que juese;
cuanti más vos me juías yo te creiba más cerca;
bien a láito'e mi catre, cuando el sueño lerdiaba,
'taban siempre tus ojos aguaitando mi pena...
Y a la larg'aflojastes. Y te truje a mi rancho
carculando que traiba lo mejor de la tierra.
Y tu boca jué chica pa potrero'e los besos
que salían en tropiyas de mi boca sedienta.
Pero vos pastoriabas la ocasión pa burlarte,
pa encajarme las patas como mula mañera.
¡Pucha, ustedes las hembras son pal hombre más piores
que manada de chanchos cuando dentra'la güerta!
Ya cumpliste tu gusto. ¡Podés dirte, canejo!
¡Por respeto al cuchiyo no te tuso a lo yegua!
¡Rejuntá tus percales y marcháte'n seguida
d'este rancho, que al ñudo quiso ser tu querencia!
¿Qu'esperás? ¿Cres de juro que no aguanto la marca?
¡Si mujer de tu laya po'ande quiera s'encuentra!
¡Podés dirte tranquila; tengo juersa'entuavía
y me sobran rodajas pa domar una'usencia!
¿Y aura? ¡Güe! ¿Tas yorando? ¡No faltaba más qu'eso!
¿Arricién te das cuenta que no sirve ser puerca?
Te metés'hacer barro pa dispués remorderte
y amolar con tus yantos. ¡No negás que sos hembra!
Vichando
Cerca'e mi rancho'e palo a pique crusa
la culebra pardusca de un camino
que trepa gambetiando a la cuchiya
y se pierde dispués de un bajío.
De a ratos, dibrusao en la tranquera,
yo me pongo a vichar a los que pasan;
a los que cren'tuavía en las promesas
y se dejan cinchar por las distancias.
Sé cuála es l'ansia que a cadáuno d'eyos
le sirve de rodaja;
conosco la ilusión que los curtea
y lo fayuto'e tuitas esas cuartas.
Y sé que al repechar uno'e los tantos
cuest'arribas que tiene la esistencia,
se han de sentir cansaos de andar sonciando
y, arrepentidos, han de dar la güelta.
Yo no compriendo por qué pucha el hombre
carcula siempre hayar la dicha lejos,
siendo que, si es qu'esiste, la yevamos
en lo projundo de nosotros mesmos.
Lo pior es que ricién nos damos cuenta
al dir yegando a viejos.
Cuando la vida nos ha güelto tristes
aprendemos ricién a ver p'adentro...
Yo tamién, cuando moso, rodé muncho;
me aburrí de oriyar los horisontes;
y juí dejando, en pagos siempre iguales,
las osamentas de mis ilusiones.
A juersa de porrasos juí aprendiendo
a querer el silencio y la tristesa,
y a encontrar las dulsuras escondidas
entre l'amarga cáscara'e las penas...
Aura tuitos mis días son de un pelo:
nada me tráin y no me yevan nada;
y voy escureciendo dispacito
sin sentir el tirón de las distancias.
Por eso, cuando vicho pal camino,
me da lástima ver esos cristianos
que pasan con tropiyas d'esperansas
y han de volver arriando desengaños.
Romance para el velorio de Juan Sin Tierra
Ningún velorio tan triste
como el velorio de un viejo
velado en noche de Junio
sin mate amargo ni fuego...
Se hacen de plomo las horas,
se vuelve duro el silencio,
y arando apenas se mella
la llave del pensamiento...
¡Cómo se alarga la noche
cuando hay que velar un muerto
en rancho de palo a pique,
sin mate amargo ni fuego!
El último viaje
(Video: Carlosquilmeslopez)
En mis años de resero,
si abré aguantao heladas,
en miles de trasnochadas,
lluvias, vientos y aguaceros;
si abré arreao toros fieros,
si abré andao entre el vacaje;
si abré rejuntao coraje
pa'hacerle frente a la vida;
hoy mis fuerzas están vencidas
voy en el último viaje.
Si abré encontrao emociones
andando de pago en pago,
si me abrán echo halagos
de aprecio y ponderaciones,
si abré entreverao canciones,
si abré pulsao el cordaje;
si abré andao entre el gauchaje
en yerras y en pulperías,
hoy ni una estrella me guía
voy en mi último viaje.
Por eso que hoy solo y triste,
yo que fui tan andariego;
de este rincón no me muevo,
mi alma de luto se viste.
Y si el destino me insiste
que ya ni un golpe me ataje,
diré adios al paisanaje
de este suelo tan querido;
y pa'l rincón del olvido
me iré en el último viaje.
En mis años de resero,
si abré aguantao heladas,
en miles de trasnochadas,
lluvias, vientos y aguaceros;
si abré arreao toros fieros,
si abré andao entre el vacaje;
si abré rejuntao coraje
pa'hacerle frente a la vida;
hoy mis fuerzas están vencidas
voy en el último viaje.
Si abré encontrao emociones
andando de pago en pago,
si me abrán echo halagos
de aprecio y ponderaciones,
si abré entreverao canciones,
si abré pulsao el cordaje;
si abré andao entre el gauchaje
en yerras y en pulperías,
hoy ni una estrella me guía
voy en mi último viaje.
Por eso que hoy solo y triste,
yo que fui tan andariego;
de este rincón no me muevo,
mi alma de luto se viste.
Y si el destino me insiste
que ya ni un golpe me ataje,
diré adios al paisanaje
de este suelo tan querido;
y pa'l rincón del olvido
me iré en el último viaje.
viernes, 20 de noviembre de 2009
Ya voy puerteando
Se han acortao las distancias
entre el "me vine" y "me voy",
y parece que por hoy
ya no hay rodeo en la estancia.
Quise poner arrogancia
al comenzar la función,
pero al formarse el fogón
ya me di cuenta, paisano,
que en vez de darme la mano
me dieron el corazón.
Por eso no es un cumplido
decir en la despedida,
que mi alma está agradecida
de cómo me han atendido.
Mucha gente he conocido,
Argentina y de otra suerte;
mas cualquier paisano alvierte,
sin andar con mucho enrede,
que pa igualarlos a ustedes
tendrán que pitar del juerte.
Y el tiempo es como la plata,
se gasta sin darse cuenta;
mas ninguno lo lamenta
si el gastarlo es cosa grata.
Fue linda la serenata
yo pienso pa mí, al menos,
y al dir tranqueando sereno
diré al iniciar el paso
lo breve, pienso amigazo
siempre fue dos veces bueno.
Por eso ya voy puerteando
me está esperando la huella,
y he de volver a ella
por gusto de andar andando.
Como he llegado cantando
ya me voy con mis cantares;
y al verlos tan ejemplares
les diré con sentimiento:
tal vez me traigan los vientos
de nuevo pa estos lugares.
jueves, 19 de noviembre de 2009
Don Plácido
Pa decirles francamente,
el nombre no viene al caso,
allá todos lo conocen
simplemente por "don Plácido",
¡hombre que bien mereció
haberse llamado "don Santo"!
De haber nacido mujer
hubiera sido pa escándalo
y su nombre rodaría
hecho vergüenza en el pago,
todo, porque no sabía
negar favores, don Plácido.
Cuando heredó "El Espinillo"
-de esto ya hacen muchos años-
lo primerito que hizo
jué cambiarle el nombre áspero
y ponerle "La Querencia"
- nombre que está convidando-
y que después los linyeras
se encargaron de llevarlo
pa que todo el mundo sepa
lo gaucho que era don Plácido.
Cuando sus tres chacareros
se atrasaban en el pago
-porque a veces la cosecha
la sabe llevar el diablo-,
por no mandar desalojos,
ni andar con jueces ni embargos,
les regalaba semilla
pa que siguieran sembrando.
Eso sí, tiene un defecto
que no hay forma de curarlo:
nunca permitió que naides
juera a pedirle una mano.
Cuando los veía venir
ya los estaba sobrando;
y así cmo algunos otros
se le agachan pa cuerpiarlos,
él se ofertaba solito
pa evitarles un mal trago,
calculando que el pedir
debe ser muy, ¡muy amargo!
Prestó firmas a granel,
y dio más plata que el Banco,
sin pedir un documento;
ya que a juicio de don Plácido
"eso es mostrar desconfianza"
y es por lo tanto un agravio
que lastima la amistad,
"que no cuadra entre dos gauchos
y como no habían papeles
que recuerden lo adeudado...
la mayor parte de aquellos
amigos se jué olvidando.
Pero don Plácido mismo
se encargó de disculparlos,
diciendo "que de vergüenza,
al no cumplir, se alejaron".
Y ahora, el pobre quedó solo.
Vive apenas. ¡Rajuñando
pa llevar con dignidad
lo que resta de sus años!
Como nunca permitió
que naides pida una mano,
calcula que algún amigo
se ha de ofertar pa cuartiarlo.
¡Y no sabe que con él
se acaba el último gaucho!
Cosas del tambo
Balerío de terneros
a las dos de la mañana,
lechuza que hace campana
y alboroto de los teros.
Milonga de los luceros
que al alba le hacen cosquillas,
corral con muchas varillas,
chiquero en forma de brete,
espera de la gran siete
y mover de carretillas.
Un apellido importao
que puede ser Errecalde
y entre la espuma de un balde
dos chorros que se han clavao.
Un palo que se ha estirao
como un brazo colosal
que de puro servicial
sostiene en alto un farol,
que es como gota de sol
que alumbra todo el corral.
El ocho de una manea
que acollara dos garrones,
muchacho que a los tirones
con los terneros pelea.
Una vaca que se arquea,
un rabo que se enarbola,
banco de una pata sola
amarrao a las verijas
y tarro con dos manijas
que esperan haciendo cola.
Un toro que en un rincón
está pensando macanas ,
ternerito que con ganas
deja el brete de apurón.
Un topazo y un chupón,
un salto y una patada
la leche desparramada
y el grito de "ten vaquita"
que es una señal clarita
de que hay teta lastimada.
Sol que sale despacito
olvidando el horizonte
y dejando a un lao el monte
va buscando el infinito.
Villalonga al trotecito
con los tarros bien tapao;
gorra con pelos pegao,
una siesta, unos amargos,
sueldo corto, días largos
y almanaque sin feriao.
Repechando las penas
Desprendo unas coplas viejas
pa'darle rienda al garguero,
y mostrar el guitarrero
que en mi vida se refleja.
Si la güeya es despareja
se me hace flor y flor,
el que sale de cantor
debe conocer caminos,
porque en la güeya, los trinos
del canto, se hacen mejor.
Yo que anduve por mil rumbos
y también tracé mis güeyas,
si me alumbraron estrellas
también anduve a los tumbos.
Si no brillo, no sucumbo
y no soy de claudicar,
no soy de dejarme arrear
soy de fundirme en mi fragua,
y con manchitas de agua
no me podrán espantar.
Soy seguidor pa'la farra
medio parejo pal vino,
como el "linye" pal camino
y un loco por la guitarra.
Pal canto como chicharra
y chúcaro pal amor,
me pongo disparador
si me acorralan las quejas
y si me apuran las viejas
me les vuelvo mosquiador.
Soy como agua cristalina
de tranquilos cañadones,
aunque anduve a tropezones
por culpa de algunas chinas.
Firme como cina cina
soy como el amigo leal,
trato de ser bien cabal
pa'tomar un rumbo pienso,
y corto por el comienzo
la cosa que sale mal.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Hablando en criollo
Ya que me piden que cante
se han de tener que aguantar,
pues no se tartamudear
aunque otro cantor se plante.
Muchos eché por delante
en canciones de campaña,
siempre supe darme maña
cuando me largué a cantar,
y a muchos hice saltar
como sapo a la guadaña.
Les voy a seguir golpeando
hasta que me abran la puerta;
lo mismo que yegua tuerta
ando siempre desconfiando.
Pero sigo asegurando
con mi palabra campera,
con expresión altanera,
lo digo a carta cabal,
que cuando es chico el corral
se pone a enlazar cualquiera.
Ansí cortado como hacha,
ando cortando redondo,
voy nadando por lo hondo
pa'poder mostrar la hilacha.
Si la escuela de "Vizcacha"
me dejó bien enseñao
escuche atento cuñao:
ande hay un peligro sumo,
vale más hacerse humo
que quedar como finao.
Si quieren más claridad,
hay que dir echándole agua,
pues no se hizo la fragua
que ha de fundir mi ansiedad.
Si mi personalidad
marca mi rol sin doblez,
afirmo así sin revés
con acento soberano,
que pa'hacerse algo baquiano
hay que perderse una vez.
Como pistola e'bolsillo
voy siempre bien preparao,
y ando medio agazapao
pa'mantenerme con brillo.
"Aunque soy medio sencillo"
pa'hacer mi presentación,
verán que mi corazón
tiene un machazo capricho,
y lo que está dicho es dicho
y me aguanto el chapuzón.
Don Alejo Aldao y su azulejo
Era Don Alejo Aldao
un bebedor sin medida,
que se pasaba la vida
en los boliches mamao.
Caña, ginebra, guindao,
eran de su paladar,
y tanto llegó a tomar
su pobre piltrafa humana
que viendo una damajuana
entraba a trastabillar.
Siempre estaba el azulejo
como esclavo en el palenque,
un matalón que de enclenque
sólo era hueso y pellejo;
que de tan flaco y tan viejo
ni clinas le habían quedao.
Entumecido, agobiao
por la falta de sustento,
era un armazón hambriento
en un cuero retobao.
Ocasiones al montar
con el estribo no daba,
y una y otra vez erraba
hasta que podía acertar;
a veces sabía quedar
como bolsa atravesao,
el caballo acostumbrao
volvía por el sendero
llevando hasta el mesmo alero
del rancho a su amigo Aldao.
Cuentan de que el viejo Aldao
allá en sus tiempos de mozo,
tuvo un contraste amoroso
que hasta hoy lo tiene amargao;
y recuerda acongojao
la ingratitud de un querer,
los besos de una mujer
la luz de unos ojos pardos,
que clavados como cardos
los siente dentro del ser.
Y cuando el paisano Alejo
recuerda su triste drama,
el nombre infiel de una dama
surge en los labios del viejo.
Acaricia el azulejo
que es su amigo singular,
y sin poderlo evitar
por sus barbas como nieve,
se ve presurosa y leve
una lágrima rodar.
-"Mi compañero y amigo
se llama ¡Don Azulejo!
Flaco maturrango viejo
pero fiel para conmigo.
Cada cosa trae consigo
no se qué contradicción,
las hojas más verdes son
la expresión de la belleza,
pero le dan más tristeza
al viejo sauce llorón.
Mezcle amigo en la botella
caña, ginebra de todo,
porque solamente beodo
consigo olvidarme de ella.
Son los ojos de mi bella
que no me dejan en paz,
porque no puedo jamás
apartarlos de mi vida,
y mientras ella me olvida
yo siempre la quiero más.
Hoy ya soy un muerto en vida
que despacito me alejo,
al tranco de mi azulejo
en yunta con mi partida.
Ninguna esperanza anida
mi amargado corazón,
moriré en un cañadón
tirao entre los abrojos,
y velará mis despojos
mi azulejo matalón.
Como caiga...
Como el hombre más campero
en reuniones de fogón
teniendo a mano un porrón
de la banca me apodero.
Yo no preciso ladero
ni estando entre gente extraña,
y como sé darme maña
si me topo a otro cantor
me vuelvo más zumbador
que mangangá en una caña.
Con mi guitarra, a menudo,
he demostrao lo que aguanto,
y medio parejo canto
porque no soy tartamudo.
Jamás he templao al ñudo
y aunque estoy algo viejón
revolviendo mi fogón
hay siempre oculta una brasa,
porque el que fue buena grasa
debe ser buen chicharrón.
Cuando estoy entre cantores
donde me griten "envido"
no me han de agarrar dormido
ni los muy madrugadores.
Si humanos son los errores
-como reza un viejo dicho-
en el corral de un capricho
este criollo no se encierra,
sabiendo que en esta tierra
hay trampa pa todo bicho.
En mi pecho, el corazón,
como langosta saltona
al sonar de la bordona
anda alegre y retozón.
Si abundo en ponderación
pecando por descortés,
sepan que soy sin revés
y pa jugarme mi resto
me encuentro siempre dispuesto
lo mismo que gallo inglés.
El que la voz me levante
que se cuide la osamenta:
soy como grano 'e pimienta
chiquito pero picante.
De un lao a otro, ambulante,
llevo un verso a flor de hocico,
y si en general salpico
es porque tengo caudal,
pues no es al primer zorzal
que le hago cerrar el pico.
Me gusta agrandar la armada
según la ocasión me mande,
por eso, si corto grande
no crean que es compadrada.
No aflojo ni una pulgada
respondiéndome el garguero,
y afirmo en tono severo
¡que lo que diga mi boca
lo ha de sostener mi cuero!
Riquezas de un pobre
(Foto: Eduardo Amorim)
Este tirador, mi amigo,
y la rastra que aquí ve
justo a explicarme ni sé
los años que andan conmigo.
Prendas que van al abrigo
del lucero y de la luna;
dos prendas que se hacen una
y así son, sin que les sobre,
riquezas de un gaucho pobre
sin ambición de fortuna.
Hubo unos años tan flojos
pa mi oficio de resero
que estuve con el pulpero
endeudado hasta los ojos.
Como oveja con abrojos
andaba de mal en peor,
y más de un caballo flor
lo he dao pa poder pagar,
pero alcancé a conservar
mi rastra y mi tirador.
Lo chairé a mi corazón
pa enfrentar las horas malas,
por más que a veces, los talas,
se rinden al ventarrón.
Pa borrarme un nubarrón
la rastra brillaba igual,
y en ese tiempo fatal
mi tirador, ¡quién lo viera!
tapao en plata de afuera
y adentro sin medio real.
Hoy otra vez con tropilla
y con trabajo a montones
embozalando ilusiones
sigo mi vida sencilla.
Y cuando aquél que acaudilla
bien llamao Nuestro Señor,
me aplique la de rigor
pa ocupar mi sepultura
¡déjenmé en la cintura
mi rastra y mi tirador!
Este tirador, mi amigo,
y la rastra que aquí ve
justo a explicarme ni sé
los años que andan conmigo.
Prendas que van al abrigo
del lucero y de la luna;
dos prendas que se hacen una
y así son, sin que les sobre,
riquezas de un gaucho pobre
sin ambición de fortuna.
Hubo unos años tan flojos
pa mi oficio de resero
que estuve con el pulpero
endeudado hasta los ojos.
Como oveja con abrojos
andaba de mal en peor,
y más de un caballo flor
lo he dao pa poder pagar,
pero alcancé a conservar
mi rastra y mi tirador.
Lo chairé a mi corazón
pa enfrentar las horas malas,
por más que a veces, los talas,
se rinden al ventarrón.
Pa borrarme un nubarrón
la rastra brillaba igual,
y en ese tiempo fatal
mi tirador, ¡quién lo viera!
tapao en plata de afuera
y adentro sin medio real.
Hoy otra vez con tropilla
y con trabajo a montones
embozalando ilusiones
sigo mi vida sencilla.
Y cuando aquél que acaudilla
bien llamao Nuestro Señor,
me aplique la de rigor
pa ocupar mi sepultura
¡déjenmé en la cintura
mi rastra y mi tirador!
Entre amigos
- "Mirá Hermano, vengo a verte
pa'pedirte una gauchada
porque me ha dejao sin nada
mi tremenda mala suerte.
Enfermo, casi a la muerte
estuve al salir de preso;
y ahura al pasar todo eso
como templando el coraje,
voy a salir en un viaje
pa'ver si gano algún peso".
-"Que de preso habías salido
me anoticié no hace mucho,
y ahurita recién escucho
lo enfermo que habías caído.
Pero largate tendido
dejando a un lao la tristeza,
y hablá nomás con franqueza
que lo mío es de los dos,
porque pa'mí juiste vos
sin revés y de una pieza".
- "Pa'empezar a trabajar,
como mal montao me hayo;
si te sobra algún caballo
te lo quisiera comprar.
La verdad, pa'negociar
no tengo ni un pingo viejo,
pero de a pié no te dejo,
podés tener por seguro...
Si me sacás de este apuro
voy a resollar más parejo!".
-"Allí en mi tropilla hay diez:
nueve zainos y un tostao;
mientras yo ensarto este asao,
andá y elegite tres"...
- "Pero Hermano, vos sabés,
que yo me arreglo con uno,
a más tengo este lobuno,
emprestao por otro amigo"...
- "Llevá tres como te digo
o no te llevás ninguno!".
-"Es orden muy espinosa
pa' colmo de tantos males,
sacarte tres animales,
de tu tropilla lujosa".
-"Sin decir ninguna cosa
cabresteame del mandao
y a más un poncho encerao
vas a llevar por si acaso;
y en pilchas si andás escaso
prontito te armo un recao".
-"Sos cadena de eslabones,
pareja y sin una falla;
y un amigo de tu laya
no se encuentra a dos tirones"...
-"Dejate de esas cuestiones,
no me hagás llover el pecho
y ahura pa'mejor provecho,
ya que la suerte te trajo;
¡vamos a pegar un tajo
que ya el asao está echo!"
Recostao en la tranquera
Cuando ruede a plena luz
y me pialen los tobillos,
he de arroyar los ovillos
que tuve en mi juventud,
cuando un bagual de la cruz
me haga besar la clinera;
cuando ya puerta ajuera
errando piales esté,
como un maula lloraré
recostao en la tranquera.
Cuando el patrón en enero
haye un potrillo abichao,
o algún vacuno empastao
encuentre en algún potrero;
cuando al ñandú más ligero
no le eche mis ñanduceras,
cuando llegue a una cuadrera
mal empilchao y de a pié;
como un maula lloraré
recostao en la tranquera.
Cuando tenga que charquear
un potro crudo ensiyao,
cuando me quede colgao
de los bastos al montar;
cuando no pueda enlazar
a nuestra usanza campera,
de las aspas a una ternera
con tres rollos de revés;
como un maula lloraré
recostao en la tranquera.
Cuando al bolcao de pabilo
ya no lo pueda trenzar,
ni en mi milonga arrancar
cifras, milongas o estilos;
cuando de plano o de filo
me machuquen la sesera,
cuando un borrego cualquiera
se burle de mi vejez;
como un maula lloraré
recostao en la tranquera.
El mayor de los muchachos
Recièn despuntaba el día
cuando el hijo de un puestero
montando un pasuco overo
rumbo a la estancia salía.
Un tero en su gritería
lo saluda a la pasada,
y entre los cueros, doblada,
lleva una carta del padre
con letra despatarrada.
Es el muchacho mayor
hijo del "pampa" Machao,
un criollo muy estimao
por serio y por cumplidor.
Como hombre trabajador
le traza al hijo una senda,
y pa que el patrón lo atienda
sin buscar mucho acomodo
escribiéndole a su modo
al mozo le recomienda.
Y así le escribe al patrón
a lo criollo y sin empacho:
"ahí va Lauro... mi muchacho...
por si le hace falta un pion.
De entrada andará cortón
al verse rodeao de extraños,
pero en verdá y sin engaños
en todo un hombre a mi ver,
y ayer, justamente ayer,
me cumplió los quince años.
Casi a leer no ha aprendido
y embarulla las vocales,
pero en trabajos rurales
puedo darlo garantido.
Es callao, muy retraído,
y enemigo de las charlas,
costumbreas que al valorarlas
no son elogios de abuelas
y si usté lo vé de espuelas
seguro que sabe usarlas.
Le he enseñao, sin fantasía,
cómo se enrienda un bagual,
y en la puerta de un corral
vuelca el lazo a la par mía.
Le gusta, tiene baquía
y afición pa ser soguero;
cura sarna con esmero,
es baquiano pa esquilar,
y si le toca cueriar
no le va a rayar un cuero.
Saturno, el finao mi hermano,
- hombre campero y capaz-
fue su mentao capatáz
de confianza y muy baquiano.
Rercuerde a Juan, qué paisano
tan parejo y liberal,
que cuando fue su mensual
tanto carniaba un novillo
como entregaba un potrillo
hecho un pingo escepcional.
Yo también, desde muchacho,
recordarlo es mucho honor,
fuí en la estancia un domador
jinete y vivaracho.
Ahura ya me deshilacho
como poncho muy gastao;
mi agilidá se ha mermao
por los años que amontono,
pero ni ansí lo abandono
y estoy siempre a su mandao.
Luce mi hijo ese apellido
que nunca llegó a mancharse,
y ha de saber comportarse
pa llevarlo merecido.
Le enseñé que sea cumplido,
decente, bueno y constante,
pero aunque sea tolerante
debe tener bien grabao:
que jamás a los Machao
los han echao por delante!".
El zorro mentao
Yo soy "el Zorro" mentao
honor que nunca busqué
y siempre que bellaquié
fue por verme maltratao.
Tal vez nací pa'l arao
pa'l que mi cuerpo se presta;
pero en vez de llevar puesta
la pechera ruralista,
debo ser protagonista
principal en una fiesta.
Me suben pa'castigarme
y clavarme con la espuela,
tratando de que me duela
y al corcovo provocarme.
Entonces dentro a hamacarme
peliando de macho a macho,
y del lomo los despacho
aunque cause un estropicio,
pa'vengar el sacrificio
de los que mandan al tacho.
Pagan la entrada que es plata
queriendo verme vencido,
es por eso que he tenido
un tesoro en cada pata.
Que mi gloria no es barata
lo demuestran los rayones
y cientos de picotones
que me han dejao los chuzazos,
sin contar los rebencazos
con las peores intenciones.
Dicen que debo una muerte
más lo que pasó aquél día,
no todo fue culpa mía,
hubo algo de mala suerte.
Bajé bellaqueando fuerte
a un hombre digno de mí,
del recao lo despedí
a un gran jinete argentino;
lo demás lo hizo el destino
que suele portarse así.
Como desgraciadamente
no me queda otro camino,
seguiré con mi destino
de luchar con quien me muente.
Cuando el tiempo me atormente
jinete que no hay quien venza,
no quiero más recompensa
que ser libre en campo abierto,
bajo el cielo descubierto
que cubre la pampa inmensa.
Cantándole a la alpargata
La desprendida bombacha
sobre el empeine cayendo,
te acariciaba cubriendo
como una casta muchacha.
Al bigote de tu hilacha
lo vi en esquilas y trillas.
Por detrás de las gavillas
o salir de los maizales.
Y por sobre los papales
en los pies de las cuadrillas.
Te vi en los pies del bolsero,
sobre el burro o el tablón.
O abarrotando el galpón
en un pago chacarero.
También te llevó el resero
por esas güellas remotas.
Compañera en sus derrotas,
marchando en un día tibio,
supiste darle un alivio
cuando se sacó las botas.
Siempre suave y livianita,
pa' los cayos nunca estrecha.
Al terminar la cosecha
te vi en el pueblo nuevita.
El paisano de visita
te lucía sin desdenes.
Yo te vi sobre los trenes
o andar en la romería,
y ocupar la estantería
de los viejos almacenes.
Te he visto blanca en la cancha
de bochas y en los frontones,
y bordada y con cordones
deslizarte por la plancha.
Yo te he visto en la pata ancha
y pisar en las tabiadas.
Y en fieras atropelladas
defender al menos fuerte.
Y enfrentarte con la muerte
atajando puñaladas.
Desde al Ande al Litoral,
en este suelo bendito,
tal vez te deba un poquito
la grandeza nacional.
Sos un símbolo rural,
prenda cómoda y barata.
Y aunque me sobre la plata,
mi planta te ha de calzar,
cuando a gusto quiera andar
sobre la tierra: ¡alpargata!
Payada entre Marcelino Moya y Lázaro Moreno
L.M.:
- Saludo padre Marcelino
soy santiagueño del ocio,
pero tengo un sacerdocio
que llevo en mi propio trino,
canto, sueño, me ilumino
y a veces en mis locuras,
tendido en noches oscuras,
aunque no voy a la iglesia,
mi poesía también reza
por la sapiencia de los curas.
M.M.:
- Salud Lázaro Moreno,
un hermano de santiago,
al saludarlo me embriago
en sus sentimientos buenos.
Se vino a este terreno,
maestro y compañero;
márqueme usted el sendero
pero el cura en esto insiste:
es ciero que Dios existe
y se encuentra aquí en Chiquero.
L.M.:
- Lo busqué en el mostrador,
crea, Padre Marcelino,
por eso me gusta el vino
porque es sangre del Señor.
Me hace creer más payador
y a veces eso me inspira;
aunque parezca mentira
el vino trae locura:
y no temo ningún cura
cuando el pueblito me inspira.
M.M.:
- Se que me andaba buscando
lo dijo ahora que,
eso me hace muy feliz porque
ahora lo estaba escuchando.
Por usted estaba rezando,
por usted voy a rezar;
y algo le voy a expresar,
estimado payador:
me buscaba en el mostrador
y yo estaba en el altar.
L.M.:
- Toda la tierra es altar
si el hombre anda de rodillas,
cuando se pone de cuclillas
podrá muy bien conversar.
Orar, pensar o rezar
siempre tiene bendición
y lo pienso con razón,
aunque lo anduve rezando:
también quien vive cantando
tiene a Dios en el corazón.
M.M.:
- Todo el mundo es un altar
pero no es un mostrador,
se lo digo al payador
que aquí a venido a cantar.
Y algo más voy a agregar,
del alma saco este trino,
dice el Padre Marcelino
en esta tierra Argentina:
después vamo'a la cantina
que le voy a pagar un vino.
L.M.:
- Casi que me hace pensar
cuando apela a su insistencia,
yo tengo poca paciencia
si tengo que contestar.
Pero d'entrando a pensar
soy grande, humilde y valiente;
hombre que gasta y que siente
sin gastarme en protocolo:
usted toma el vino solo
y yo tomo con mi gente.
M.M.:
- Eso es en el altar,
lo compartí con Luciano,
porque él es un buen hermano
que aquí me vino a ayudar.
Y algo quiero aquí enseñar
y usted no vaya a enojarse,
pero el cura va a expresarse,
grita el Padre Marcelino:
para tomar de ese vino
primero hay que confesarse.
L.M.:
- No se si todo con vos,
capaz que en algo sencillo,
algo guardó en los bolsillos
que Diosito no escuchó.
Pero igual me quedo yo,
¿sabe porqué? por grandote,
y a veces, pa'que lo anote,
estas palabras entablo:
soy capaz de topar diablos
y que me alce un sacerdote.
M.M.:
- El dice que en el bolsillo
yo algo aquí me guardé,
pero predico la fe
y preciso un monaguillo.
Yo creo que el hombre es pillo,
y en una forma bendita,
como lo tengo cerquita
le digo en esta payada:
¿sabe?, no guardé nada...
no pasé la canastita.
L,M.:
- ¡Cuánto diezmo pa juntar,
pa guardar en su madero,
yo le presto mi sombrero
y a medias vamos a andar;
mejor para cantinear
cuántas cosas con gran fe,
y otra cosa le diré,
Padre usted que habla del Santo:
el mozo tiene su canto
con bendición y con fe.
M.M.:
- Me va a prestar el sombrero
pa'que yo haga la colecta,
No se si saldrá perfecta
estimado compañero.
Me va a prestar el sombrero
en este suelo entrerriano,
lo voy a tratar de hermano
y algo le voy a decir:
mejor voy a repartir
con la boina del Chano.
L.M.
- En todo no hay que creer
mi gan familia entrerriana,
este cura con sotana
tiene mucho por deber.
es rezar y comprender
porque se siente orgulloso;
andubo en rumbo sinuoso
y quedó con muchas ganas,
una cosa es con sotana
y sin ella es peligroso.
M.M.:
- Algo le voy a aclarar
al tremendo payador.
soy enviado del Señor
y aquí he venido a rezar.
Algo le voy a aclarar
en el criollo decimal,
le grito en este sitial
ante esta gente entrerriana:
con sotana o sin sotana
sigo siendo cura igual.
L.M.:
- Ya le afloró y siento,
que vibra más cuando canta
un zorzal en la gargante
hace que sacude al viento.
El noveno mandamiento
cuántas veces abrá rezao
y yo que vengo del pasao:
se me pinchó la locura,
ojalá vengan diez curas
para dejarme a un costao.
M.M.:
- ¿Porqué pide más sacerdotes
si ahora alcanza con uno?
El momento es oportuno
de algún cariño grandote.
Y es bueno que yo le anote
en este criollo camino,
Y en este suelo Argentino
ya que predico la fe,
para confesarlo a usted
le sobra con Marcelino.
L.M- Mejor vamos a tomar
un vino en el mostrador,
M.M.- Estimado payador
yo se lo voy a pagar.
L.M.- Una fiesta popular
sabor de pan y de vino
M.M.- Del alma van estos trino
para este público bueno
L.M.- Pide Lázaro Moreno
apoyen a Marcelino.