miércoles, 25 de noviembre de 2009

Por ella



Rozando el pecho en la arena
Sobre un bajo dilatado
Corre un arroyo asustado
Como huyendo de una pena.
Una silvestre azucena
Sonriendo en el borde está,
Canta en el monte un sabiá
Y los ceibos al dar flores
Bañan sus lindos colores
En suspiros de arazá.

Junto a la loma que baja
Por la pendiente cercana
Hay una vivienda humana
Vestida de barro y paja.
La envuelve verdosa faja
De frescos saúcos en flor,
Y en un ombú protector
Que no conmueve el pampero
Cuentan los nidos de hornero
Dulces historias de amor.

Vive en aquella morada
Pedro Sosa, un campesino,
De chiripá de merino
Y de melena rizada.
En su estudiosa mirada
Y en su presencia imponente,
En su sonrisa elocuente
Y en su lenguaje chistoso
Se vé el tipo majestuoso
De una raza inteligente.

Piensa sin retroceder
Dejar cachorros y cueva
Porque imperioso lo lleva
Muy lejos otro deber.
Entre congoja y placer
Mira al pingo que lo espera
Toma el poncho, sale afuera,
Y sosteniendo un combate
Recibe el último mate
Que le da su compañera.

Se aproxima la partida
Y el tigre de la llanura
Sabe rodear de ternura
Su varonil despedida.
Monta con el alma herida,
Sigue su rumbo derecho;
Y en el bajo o el repecho,
Cuando su cara levanta,
Muestra un nudo en la garganta
Y una esperanza en el pecho.

Después... con leal frenesí
Y en un entusiasmo tremendo
Suena el clarín sacudiendo
Los campos de Sarandí.
Pedro Sosa forma allí,
Como un titán atropella
Contra el opresor se estrella
Y al levantarse su brazo
Parece que su sablazo
Dijese altivo: Por ella!

Miradle: No es el chacal
Que confiado en la sorpresa
Espera su fácil presa
Oculto en el pajonal
Es el paisano oriental
Que sentimientos encierra
Lleva su sangre a la guerra,
Lucha con ansia indomable
Y compra a golpes de sable
La libertad de su tierra.


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Pd: Evocando la batalla del arroyo Sarandí - Florida, Rep. Oriental del Uruguay
el 25 de octubre de 1825 entre Juan Antonio Lavalleja y Bento Manuel Ribeiro.

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