¿Pa' donde miraba Dios
cuando vendiste el caballo!
¡Malhaya! te parta un rayo,
¡qué agradecido que sos!
Mirá si sufrió por vos,
¡claro, ya no te acordás!
Pero muy bien que contás
la plata que el tacho deja,
y el matungo ni se queja
de lo mal que le pagás.
Y es claro, se puso viejo,
ya no sirve para nada,
su vida sacrificada
no alcanza pa su pellejo,
si hasta me indigna, ¡canejo!
ni un chiquito e sentimiento,
a él que con lluvia y viento
salvó a tu gurisa enferma;
¡cómo puede ser que duermas
sin sentir remordimiento!
Pa'l tacho lo liquidaste,
adios nocherito fiel,
con la firma en un papel
sus huesos le negociaste.
Y qué pronto te olvidaste
de un favor que no se olvida;
ni lamentás la partida
de ese viaje sin regreso,
y yo sin tener un peso
pa negociarte la vida.
Cuántas veces yo cruzaba
por el boliche seguido
y el pobre pingo aburrido
dormitando te esperaba.
Cada hora se sumaba
todo el día al sol atao,
ni agua le abrás llevao
en esa cruel penitencia
y te llevó a la querencia
de madrugada, mamao.
Ni lo hubiera imaginao,
si me lo cuentan: no creo!
pero por desgracia veo
cambió de lomo el recao,
que pa donde va el finao
seguro no lo va a usar;
no me quiero ni acordar
lo vi crecer de potrillo
si hasta me tantié el cuchillo
pero no soy de pelear.
"Que jué por necesidad,
que hacés lo que vos querés",
Mirá desde hoy no me hablés
y guardate tu amistad.
que pa decir la verdad
nada vale y no lo cayo,
que ya ni palabras hallo
pa la gente como vos.
¿Pa' dónde,... pá donde miraba Dios
cuando vendiste el caballo!
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