"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
jueves, 25 de junio de 2009
Mi poncho tucumano
En el rodar errabundo
con que mi vida desgrano,
tengo un poncho tucumano
como no hay dos en el mundo;
ostenta el brillo profundo
de un poema evocador,
y es a su dulce calor
que ha consagrao el destino
mi arrogancia de Argentino
y mi sueño de cantor.
Quién sabe qué de añoranzas
palpitan en él despiertas,
con mis ambiciones muertas
y mis muertas esperanzas;
él sabe las asechanzas
que he sufrido, y los dolores,
y luce de mis amores
las pinceladas felices,
¡lo mismo que cicatrices
de citas, besos y flores!
Todo el doloroso arcano
de mi juventud palpita,
en la leyenda bendita
de mi poncho tucumano:
¡fue, y en decirlo me afano,
joya y abrigo en mi techo,
almohada para mi lecho,
pendón para mi moharra,
funda para mi guitarra
y escudo para mi pecho!
Aunque es su aspecto sencillo
por sus guapezas gloriosas,
¡luce cribas como rosas
dibujadas a cuchillo!
Un aborigen caudillo
me lo brindó cierto día,
y es por eso que en la guía
de su tejido parece,
que el alma indiana florece
y evoca la raza mía.
Cuando con voz conmovida
mis viejas nostalgias troncho,
parece que me habla el poncho
de mi mocedad florida;
ante él reocbra mi vida
sus dulces evocaciones,
y al medir las decepciones
que hacen pesada mi cruz,
son como abejas de luz
en sus flecos mis canciones.
Por eso cuando me aleje
y mi alma meditabunda
de la luz con que hoy inunda,
el postrer rayo refleje,
ansío que se me deje
besar su tejido indiano
y cuando mi cuerpo humano
yazga en la fúnebre caja
que se cosa mi mortaja
con mi poncho tucumano.
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