miércoles, 16 de julio de 2008

Santo remedio






Lucas Collazo Balao,
vecino de Juanicó,
durante un tiempo vivió
constantemente mamao.
Le gustaba ir al poblao
consu bataraz de riña,
gallito que era “una viña”
por los pesos que le daba,
pero siempre regresaba
pasao en la caaipiriña.

Mal dejaba la gallera
garganteaba sin medida,
y al volver a su guarida
se armaba la pelotera,
porque frente a esa manera
de chupar como un caballo,
su china, en vez de “hacer callo”,
se le puso medio potra;
y así entre una riña y otra
cansó a la china y al gallo.

La desgraciada patrona,
siempre sola, pobrecita,
tuvo un día la visita
de su madre sargentona.
-Tu esposo duerme la mona?
-No mamá, Lucas Collazo
salió otra vez tempranaso
rumbo a Villa Guadalupe
con las finanzas pal “chupe”
y el bataraz bajo el brazo.

La doña, pensando el modo
de algún reposo ejemplar,
no se fue sin esperar
el regreso del beodo...
Lucas, viendo doble todo:
su sombra, su bataráz,
trillo, luna, y además
viéndoselas él muy negras,
volvió al rancho, vio dos suegras
y no tomó nunca más.

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