"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
miércoles, 16 de julio de 2008
Mis amores con Napoleona
Cuando llegué a este rincón,
dispués que anduve y anduve,
de las diez novias que tuve
en toda la población,
se ganó mi corazón
Napoleona Santa Cruz
que me marió con la luz
de sus pupilas inquietas
y me hizo hacer más gambetas
que carrera de avestruz.
Yo andaba atrás del arao
cuando a lo lejos la vi
y jue cuando comprendí
que ya estaba enamorao;
porque al mirarla embobao
como el que ha visto visiones,
trompezaba en los terrones,
se me ladiaba la yunta
y, al dar güelta en cada punta,
eran puros camellones.
La vi por segunda vez
en la estancia “el Sarampión”;
se divorciaba el patrón
y armaron baile dispués.
Llegaban hasta de a diez,
engualichaos de alegría
y el pago se divertía
con música y torta s fritas
y las mozas más bonitas
de toda la ranchería.
Pero al llegar Napoleona,
con la mirada, nomás,
le hizo perder el compás
al viejo de la cordiona.
Era un ángel en persona
enviao desde el cielo santo.
Lástima que pal encanto
de su cuerpo de barrica
la puerta resultó chica
y tuvo que entrar de canto.
Cuando la invité a bailar
dijo en tono lisonjero:
-"Güeno, por ser el primero
no lo voy a despreciar.
Soy difícil pa lidiar
porque estoy fuera de ensayo;
pero si me pisa un callo
o me lastima un juanete,
ahí sí, del primer moquete
garanto que lo desmayo".
Yo parecía una hormiga
alrededor de una parva
porque apenas con la barba
le daba por la barriga.
Me dijo: -"El güey se fatiga
si la yunta es despareja…!".
Y pa hacer mejor pareja
se dobló casi en cuclillas;
entonces yo, de puntilla,
me le declaré en la oreja:
-"Mi ardiente pasión frenética
y su fría indiferencia
son factores de influencia
sobre mi estampa esquelética".
Le hablé cuidando la estética,
con frases de alto copete.
Y me contestó: -"Rispete,
dotorcito. ¿Qué se ha créido?
¿Qué por ser un mozo léido
me va a agarrar pal chijete?".
Aunque vi la cosa oscura
de tal manera insistí,
que al fin me dijo que sí,
con romántica ternura.
Y al estrechar su cintura
me suplicó, maliciosa.
-"no apure tanto la cosa
que dispués mama me reta
y déje esa mano quieta
que soy medio cosquillosa!".
Y me pidió: -"Por favor,
le ruego que no comente
de que usté es mi pretendiente
y que hemos hablao de amor.
No olvide que soy menor
y me perjudicaría.
Cumplí treinta el otro día
y los mozos me cortejan
pero en casa no me dejan
tener novio todavía".
-"Entonces (le dije yo)
preparate pa mañana;
te escapás por la ventana,
juyimos y se acabó!".
-"Mañana (me contestó)
en cuanto asome el lucero,
ensillá tu parejero
y andá nomás por mi rancho;
si no se despierta el chancho
te espero atrás del chiquero".
Sin embargo, al otro día
pensé que con ella en ancas,
mi colorao patas blancas
a gatas resistiría.
No quise hacer la herejía
de cargar con su silueta
porque el mancarrón maceta
se me iba a clavar de punta.
Entonces uní la yunta
y me jui con la carreta.
Dieciséis años pasaron
y vivimos muy felices;
tenemos doce gurises
que del cielo nos mandaron.
Todos ellos adornaron
como flores nuestro hogar
y nos queremos casar
porque yo, principalmente,
tengo miedo que a la gente
le diera por murmurar.
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