Yo quiero un rancho tener
clavado en medio del llano,
como un nido soberano,
como un altar de placer.
Que nunca pueda caer
hecho con fuertes horcones,
con dos aleros o alones
y que visto a plena luz,
se parezca a un avestruz
que esconde los charabones.
que esconde los charabones.
Tener allí para andar
un pingo atado a la estaca,
donde no falte una vaca
para poder ordeñar.
Ovejas para carnear,
unos bueyes aradores,
amapolas y otras flores;
un chajá de vigilante
y un gallo pa que cante
sus desafíos y amores.
También, en el corredor,
como adornos naturales,
habrán lazos y bozales,
boleadoras, maneador.
Una chaira, un arreador,
y metida en la solera
no faltará la tijera
que sirva para tusar,
una pala de puntear
y un arado e' mancera.
Una acacia bien lozana
con un ombú secular,
en donde venga a cantar
la calandria en la mañana.
Donde la brisa pampeana
llene de goces el pecho
y donde el surco derecho
pueda sembrar ilusiones,
mientras cuelgue mis canciones
en las totoras del techo.
Y en el silencio campero
que precede a la mañana,
me despierten con su diana
el chingolo y el hornero.
Donde el alerta del tero
sentido en el cañadón,
sea así como el botón
o broche de oro, cerrando
este cantar, que flotando,
encuentro en el diapasón.
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