Los grillos de la alborada
rompen los vidrios del llanto,
se está muriendo de viejo
el chasqui Venancio Caro.
Ciento trece años cabales
galopan caminos largos,
y en el final, a esta posta,
sin caballo va llegando.
Allá por el año doce
llevó el correo de Santiago,
dicen trompetas de fama
con oficios de Belgrano.
La medallita que guarda
la vela y el relicario,
las monjitas de Belén
le dieron para resguardo.
Con nubes anaranjadas
riñen a muerte sus gallos
el chasqui gaucho agoniza,
silencio de cielo y campo.
Florecen brasas de ensueño
de mil fogones y cantos,
lo está llorando el recuerdo
de andar, de andar galopando.
En la Estancia del Rosario
sobre el camino del Bracho
descansa ya para siempre
el chasqui Venancio Caro.
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