Soy el último suspiro
de la grandeza campera
y soy la vieja tapera
que en el pasado me miro,
para siempre me retiro
con el gauchaje altanero
y es un saludo postrero
para mis glorias secretas
cuando besando las grietas
cruza llorando el pampero.
Soy relincho de bagual
que voy quedando en un eco,
chiripá que me desfleco,
punta rota de puñal;
copete de cardenal
que voy perdiendo el color,
mburucuyá que di flor
trenzao a una cina-cina,
y el ombú donde la china
esperaba al payador.
Soy la guitarra tersiada
sobre el anca de algún pingo
que antes de entregarme a un gringo
prefiero quedar callada.
Soy la cruza abandonada
por indescifrable suerte
y entre el pastizal inerte
clavada en un corazón,
soy una interrogación
entre la vida y la muerte.
Soy el nudo potriador
que fui confianza y halago
cuando era orgullo en mi pago
ser jinete y pialador;
soy el jilguero cantor
que en el ceibal hizo nido,
tiro de lazo tendido
completamente a lo largo:
y el último mate amargo
que me pierdo en el olvido.
Soy la muriente visión
después de rudas fatigas
de los guerreros de Artigas
peliando a lanza y facón;
ternuras de un corazón
puestas en una señal,
hechas con el delantal
de una china que en la loma
se parecía a una paloma
aleteando entre el cardal.
Soy apagado fogón
que me deshago de viejo
y 'rilación' que me alejo
porque ha muerto el pericón.
Soy alma de tradición
que no retorna jamás,
pero voy dejando atrás
mientras confuso me pierdo
el encanto del recuerdo
de lo que no vuelve más.
Muy Bueno
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