sábado, 13 de enero de 2018

El rincón de "La Blanqueada"


(Pintura: Jorge Campos)



En un rincón del potrero
ya por los años vencido
de oreja y labios caídos
se está muriendo el overo.
Ya tiene azulejo el cuero
por lo avanzado de su edad
Aunque allá en su mocedad
fue muy útil y  manso
anda buscando un descanso
pa toda la eternidad.

En un tostao redomón,
el hijo de Juan Sirilo,
al tranco manso y tranquilo
viene llegando al rincón.
Aunque el tostao correntón
de lejos viene orejiando
Se queda parao mirando
por saber lo que allí pasa,
solo ve uno de su raza
que esta en el suelo boqueando.

Se desmontó del tostao
Y al verlo flaco y sumido,
se arrimó sin hacer ruido
y se le paró a un costado.
Tal vez cuenta se habrá dado
el pingo en ese segundo,
pegó un resuello profundo
cual si conociera al dueño
y se fue como en un sueño
a tranquear al otro mundo.

A él le brotó una emoción
y pensó con entereza:
hoy se cumplió la promesa
que me había hecho el patrón.
Lo enterró en ese rincón,
del cielo calló una gota
El chingolo dio la nota
en la mañana campera;
murió el dia'e la bandera
pa sentirse mas patriota.

Y al pasar por el rincón
de la estancia "La Blanqueada"
Hay una cruz alambrada
que me llena de emoción.
Pienso en el mensual gauchón,
el que escribió en el letrero:
"Acá descansa el overo
que domó Fermín Videla,
el que me llevo a la escuela
casi seis años entero".

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