(Pinturas: Fernando Romero Carranza)
Templao en la lucha dura,
pa’ responder a la vida,
sabe la senda florida,
igual que la senda oscura.
Si hoy, encuentra una ternura,
mañana encuentra un dolor;
pero, él es dueño y señor
de la extensión que domina,
y su estrella, lo ilumina,
siempre pa’l rumbo mejor.
Desde mocito prepara,
la tropilla, con pasencia.
-El gaucho, tiene su sencia,
que para el más sabio es rara.
Y después, con ella, encara,
hacia cualquier lejanía;
puede seguir, noche y día,
sin fallarle la constancia,
venciendo cualquier distancia
tesonero en la porfía.
Prepara la yegua mansa,
que obedece a su silbido,
y acollara al elegido,
pa’ realizar su esperanza.
Muy pocos días alcanza,
pa’ tenerlo acostumbrao;
respondiendo, como ahijao,
al tintinear del cencerro;
después, sigue como un perro,
mansito y arrocinao.
Y de a uno va formando,
la tropilla, de ese modo,
hasta que lista, pa’ todo,
ha de quedar a su mando.
La manejara silbando,
cuando a la huella ha dentrao;
y la yegua, en cualquier lao,
forma de frente, tranquila,
y de ese modo hace fila,
el pingo bien entablao.
Es como un lujo campero,
que no comprende cualquiera,
cuando en cuidarla se esmera,
para su orgullo, el tropero.
Su tropilla, es lo primero,
que el hombre debe atender;
pues con ella ha de vencer,
las leguas en el camino;
y, con ella, su destino,
trabajando, puede hacer.
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