(Foto: Ariel Achilli)
Para el gaucho de esta tierra
era una prenda la taba,
tan hondamente querida
como lo fué la guitarra;
y más para el gaucho aquél,
primitivo de la pampa,
el de chiripá bordado
y de tirador de plata;
ese que siempre llevó,
como consigna sagrada,
una cosa alta: el orgullo;
y otra cosa grande: el alma.
Ahora, en las pulperías
y en las tiendas de campaña,
es un delito "penado"
hacer uso de la taba.
También la riña de gallos
prohibióse a la paisanada;
y, tal vez, dentro de poco,
ha de callar la guitarra,
bajo el mandato implacable
de las leyes arbitrarias...
Cuando recuerdo estas cosas
que poco a poco se acaban,
siento como si mis ojos
juntasen algunas lágrimas...
Entonces pienso en mi vida,
que es lo mismo que la taba,
que a veces cae de suerte
y otras del azar se clava,
hasta que un día, como ella,
concluya: tal vez mañana...
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Tomado de "Agreste", 1917.-
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