Yo soy la luz que declina
cuando la tarde se muere,
yo soy la espina que hiere,
condenada a ser espina;
soy la fugaz golondrina
que se fue y no volverá,
yo soy el eco que va
rodando extraños lamentos,
polvo que llevan los vientos
y que en polvo quedará...
Soy la taciturna sombra
sin amparo ni destino,
a quien nadie en el camino
ni la mira ni la nombra...
Yo soy la pena que asombra,
incomprendido dolor,
guitarra de un payador
que dejó su gloria trunca,
¡amor que no llega nunca
a pesar de ser amor!...
Soy hoja que arrastra el viento
desde el árbol desolado,
pájaro desorientado
que canta el propio tormento;
apagado firmamento,
sin la estrella de la suerte,
donde, más que viva, inerte,
-en las horas del capuz,-
sólo me alumbra la luz
del lucero de la muerte...
Yo soy la sonrisa triste,
la mueca disimulada
entre una pena callada
y un halago que no existe...;
gajo mustio, que resiste
sin el ropaje estival;
el agotado raudal
del río de tu alegría,
panal seco de ambrosía
que ayer fue rico panal!
Yo soy la penumbra vaga
que se pierde en las distancias;
la luz fátua de unas ansias,
que se enciende y que se apaga...;
yo soy la maldita daga
de los crímenes de amor;
soy el horrendo fragor
de los deletéreos rayos,
la causa de tus desmayos,
la culpa de tu dolor!
Adiós, desde el fondo obscuro
de mi penumbra, te digo;
ni te amo ni te maldigo,
ni olvidarte te lo juro.
En este trance tan duro
anhelo, sólo, a la vez,
una tumba y un ciprés,
tu sombra imperecedera
a mi lado, cual si fuera
un centinela a mis pies!
Hola, me gustaría saber el autor del tema y si hay alguna geabación.
ResponderEliminarSoy roberto Almeida y mi mail es roberedual@hotmail.com