Corasón, no seas flojaso
ni te pialés en tus penas,
ricordá que hasta en las piedras
nasen floristas'e raso;
y que si el sol en ocaso
emponcha al vaye en tristesas,
repuntando l’asperesa
de la sintura serrana…,
güelve aparecer mañana
con oro, luses y fiestas.
Que si el malón del pampero,
atronador y bravío,
con sus chusasos ‘e frío
hase gemir los aleros,
cambea en abril sus arreos
y en susurro, brisa, canto…
trái de las cosas del campo
aromas, besos, suspiros…,
y hasta el “Amén” de un estilo
pa’ que se duerman los ranchos.
Quien te vido, se rairía;
vos qu'en malambo de amores
sapatiastes tus primores
sobre el querer de las chinas…,
hoy, sólo, porque una indina
en yerra d’ingratitú
te quemó con su atitú,
¿vas a hosicar en la vida?
no, pues; corazón, ¡arriba!...,
y a repechar juventú.
No te rindas, corasón,
ni pasuquiés tu congoja,
mirá que la vida es floja,
no tiene más que’l tirón;
aguantále su encontrón,
que dominada en el chumbo
te ha de cabrestiar po’el mundo,
alegre, amorosa, güena,
¡hecha arpegio en tu vigüela
y coscoja en tu lobuno!
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