miércoles, 11 de mayo de 2016

La cifra (Recitado)


(Dibujo: José Montero Lacasa)

El gaucho tranqueó para alcanzar la carreta,
galopó para alcanzar la novia,
sólo corrió para alcanzar la Patria...
Entró en pelea sobre un potro rampante.
Llevaba adelante su media luna,
colmillo de acero junto al coágulo del banderín,
y a la espalda, la guitarra, con la boca abierta,
para que respirase entre el humo
música de heroísmo.
Cuando tras el combate el cantor se apeó del caballo
la "vigüela" jadeaba, la pulsó... y así nació la Cifra
con su latido apresurado por la fatiga de la carga.
Tras el enrejado de las pulperías
asoma, al galope, la Cifra.
Los payadores que escribieron historia
con versos mal medidos,
hacen correr hazañas y limetas,
como un "amargo", pasa de boca en boca, la tradición:
China vestida con un chiripá negro
"aujeriado" por las "moras".
El cantor se asoma a los recuerdos...
rasguea..., su diestra pinta..., describe..., esculpe...,
acaricia las cuerdas
como si fueran las crines del orejano...
resucita la pelea...
ahora se levanta en la voz y en los estribos,
descubre una guerrilla enemiga que avanza
y da el primer agudo; el alerta...
los rasgueos se agrupan..., galopan...
Por el camino de las cuerdas
llega verso a verso toda la sextina.
Y con el último escalón,
la voz de mando salta de las primas,
trepa por la tacuara haciendo pie en los nudos,
se afila en la medio-tijera y a caballo en el viento
como un tero..., le clava al viento
los espolines rojos de las alas... y ...avanza.
Así describe la Cifra una batalla gaucha;
el entrevero:
un galope..., un zumbido de mangangaes...
una nube de polvo que hace toser a los trabucos
y por el entreclaro de las descargas mil devanaderas
de media luna cosiendo pechos...
La Cifra es la canción de las marchas heroicas...,
al oírla, si entornamos los ojos,
vemos pasar los escuadrones:
en las primas tintinean estribos,
óyese un diálogo borroso de vainas y caronas,
por la nota central del trueno de casco en casco...
las moharras desjarretan el viento...
flamean banderolas..., golillas..., ponchos....
aquí y allá restallan secos los rebencazos...
nadie tiene palabra y todo habla,
a la carrera forman un solo cuerpo que avanza;
los labios apretando los barbijos,
los recados adheridos al costillar,
los potros mordiendo el anca de los potros
para no quedarse atrás..., vuelan tendidos
sobre los pescuezos de las bestias, estirados,
lanzas inclinadas como garúa en el viento,
crines en llama..., en las rodajas, cerdas...
pasto..., sangre... y un clarín resonando adelante,
es el cuarteador en bronce
que se lleva a la cincha de una diana
toda la montonera...


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