1
Te estoy llamando, Dios mío,
escuchame, por favor;
no vaya a ser tu silencio
causa de mi perdición.
2
Escuchá la voz del ruego,
el balar de tu majada,
cuando elevamos las manos
hacia tu santa morada.
3
No me mezclés con los malos
cuando elijás tus rodeos;
ellos hablan de la paz
pero su hablar no es sincero.
4
Tratalos según sus hechos,
según su mala conducta;
del árbol que él mismo planta
hacele comer la fruta.
5
No conocen tus acciones
ni las obras de tus manos;
volales, Señor, el techo,
que no vuelvan a pararlo.
6
Bendito el Dios que me escucha,
es El mi fuerza y mi escudo;
de corazón le doy gracias
pues me salvó del apuro.
7
Es fuerza para su pueblo
y el apoyo de su jefe,
bendice a los que son suyos,
los ampara y los protege.
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