(Dibujo: Eleodoro Marenco)
1
Perdoname, Padre eterno,
olvidalo en tu bondá;
limpiame Vos de mi falta,
sacame de mi maldá.
2
Reconozco mi pecado,
nunca lo podré olvidar;
contra Vos solo lo hice
fui ante tu vista a pecar.
3
Es tu sentencia muy justa,
no es que quiera yo quejarme,
pero es que traigo el pecado
desde el vientre de mi madre.
4
Te gusta el hombre sincero
por eso me aconsejás;
quisiera que me limpiés,
sólo así podré brillar.
5
Devolveme la alegría
pa que revivan mis huesos;
y al no mirar mis pecados
me librarás de este peso.
6
Dame un corazón puro
y firme como esquinero,
no me apartés de tu vista
ni de tu Espíritu bueno.
7
Si me otorgás la salú
y un espíritu sincero
yo tropiaré por tus sendas
a reyunos y matreros.
8
Lavame Vos de la sangre
y desatame la lengua
pa cantar tus alabanzas
con toda la voz que tenga.
9
Porque no son de tu agrado
las plegarias y los rezos,
ni dar la plata a montones
ni machucarse los huesos.
10
Lo que querés de nosotros
es un alma arrepentida,
un corazón destrozado
que va llorando su herida.
11
Acordate de tu gente,
pacificá sus fronteras,
pa que puedan alabarte
gozando paz verdadera.
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