viernes, 13 de marzo de 2015

Regresando



Aquí me tienen cantando
como en tantas ocasiones,
lleno de recordaciones
soy yo quien viene llegando.
Que se vayan arrimando
como un fogón encendido,
los que tengan el sentido
de la amistad que me dieron,
los que nunca me mintieron
por más lejos que me haya ido.

Cuando el trigal luce plena
la madurez de la lluvia
parece una mancha rubia
sobre la tierra morena;
siempre que la luna buena
de desvelos fue testigo,
hasta que el oro del trigo
quizo en el surco brillar,
asi yo me suelo dar
cuando en amigo es sabido.

Aquél que sembró mi ausencia
de gratitudes y olvidos,
en lo más hondo me ha herido
porque mintió en mi presencia.
Si cosecha indiferencia
de un tiempo mal cultivado,
que no se arrime a mi lado
con maneras resentidas,
cada cual tiene en la vida
aquello que se ha ganado.

Del amigo que sentí
en un abrazo su alma,
el que me llenó de calma
cuando abatido caí;
para él le traigo aquí
todo lo que puedo dar,
las flores de mi cantar
que es un humilde tesoro,
porque hay cosas que con oro
nunca se podrán pagar.



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