(Dibujo: Esteban Diaz Mathé))
¿Sentís, muchacho, el canto del martiyo?
Vale más que mi canto, ti asiguro.
Es canto'e porvenir y de progreso
y el mío es nomás que no 'estar al ñudo.
Es un cantar de fierro, es cantar di'aura.
El mío era di'oro y se golvió de cobre;
y si porfeo por seguir la güeya
de los tiempos pasaos, la gente nueva
se v'aburrir y pronto naides mi'oye.
Quien lo maneja, vive con su canto,
golpe n'el yunque es golpe de conquista.
Yo apenas poderé ganar, cantando,
el corasón confiao de alguna china.
Pero vos no pensés que sólo'es útil
aquél que echa los bofes trabajando:
que el hombre no'ha'e vivir igual qu'el burro
siempre en la cincha y sin sentir un canto.
Tamién carece qui'haiga quien divierta,
y hasta que viva sin saber pa qué;
por eso hay bichos que trabajan tanto
y otros que ni'hacen nido pa poner.
"N'el mundo pa ser mundo habrá de todo",
dijo'al hacerlo el viejo Tata Dios,
pa'eso'stán la hormiga y la chicharra,
y pa'eso'stamos el herrero y yo.
¡Le prendemo'al trabajo hasta la noche
-y comensamos cuando el sol asoma-:
es cumba el vasco pa golpiar los fierros
y yo no tengo fin en la bordona!
Los dos'tamos contento'e nuestra suerte;
trabajamos en yunta y semo'amigos:
él en la fragua y yo n'el estrumento,
cada'uno tira ande l'uñó'el destino.
Con l'alma alegre y la concencia limpia,
vamos pa'elante sin mirar p'atrás;
y entre los dos di'a poco vamo'haciendo
el trabajo del güey y el del sabiá.
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