"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
viernes, 5 de septiembre de 2014
Y Dios... m'hizo la gauchada
Mal barajao el invierno
dio cartas de viento y agua
y se anegaron los campos
y el frío que no aflojaba.
Ande asomó el mes de mayo
se vinieron en bandadas
un día detrás del otro
qu'eran igual que desgracia.
Se borraron los potreros
pa'pasar a ser aguadas
y solo se véia el verde
de una que otra lomada.
Pa'todos venía mal,
naides tenía una aliviada
ni los hombres ni la hacienda;
¡que decir de la sembrada!...
El tambero ¡pobre vasco!
entre el barrial ordeñaba,
y debajo'el encerado
algún resero pasaba.
¡Jué pa'entonces! mesmamente
-tengo la fecha clavada-
me jugué por un amigo
y Dios me hizo la gauchada.
Yo supe tener un zaino
por más datos malacara;
un caballo más parejo
difícil que se encontrara.
Compañero de trabajo,
nunca le vi una aflojada,
¡si ande cerraba talones
pa'galopear lo encontraba!
Justo pa'l invierno aquél
los años ya le pesaban
y lo agarró mal parao
el aguacero y la helada.
Lo vide en aquellos días
desamparado, en desgracia,
y pensé que el zaino viejo
la vida se le cortaba.
Por mi cabeza pasaron
cosas que no hay que olvidarlas
y empujao por los recuerdos,
tuve una corazonada.
Calcé botas; miré el cielo
y al tranco juí ande él estaba
con el bozal en la mano
y en la idea, una esperanza...
Y pensando en cosas viejas
lo eché al monte de las casas
para alegrarle los días
que al pobre ya le quedaban...
Le colgué un morral con grano
y al despuntar las mañanas
l'iba a conversar un rato
pa'aliviar su desgracia.
Y así pasaron los días,
se juntaron las semanas
después se compuso el tiempo,
y se escondieron las aguas.
Y aunque le parezca cuento,
aquél zaino malacara
l'hizo jareta al mal tiempo
y aguantó la época mala.
Pelechó... como un potrillo
se le enceraron las ancas
y hasta tuvo algún relincho
pa'compadriar sus agallas.
Y de puro agradecido
o por vicio de sus mañas...
de contento el pobre flete,
sin faltar una mañana,
se llegaba a la portera
pa'darme su saludada.
Cosas que tiene la vida
que a veces hay que contarlas...
¡Me jugué por un amigo,
y Dios me hizo la gauchada!...
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