(Dibujo: Eleodoro Marenco)
"El Reino de Dios semeja
a un hombre que sembró mái,
pero una noche por áhi
un enemigo con mañas
le mesturó de cizaña
todo el sembrado, ¡velay!"
"Cuando apuntaba el maizal
también los cardos brotaron,
y sus piones se ofertaron
pa desyuyar el potrero,
pero les puso un reparo
aquel prudente estanciero".
"Más vale que no hagan nada
¡vaya y saquen el cerial!;
dejen que crezcan igual
y, en el tiempo que recojan,
guarden el grano con trojas
y echen al fuego el cardal".
Algunos le preguntaron,
pa salir de su inorancia,
cuál era la comparancia
que la cizaña tenía,
y Jesús con maestría
les declaró su importancia.
"El estanciero soy yo
y este mundo es el terreno;
las espigas son los güenos,
los malos son la cizaña;
y el enemigo con mañas
el diablo, ni más ni menos".
"El tiempo de la cosecha
al fin del mundo comparo;
los piones que se ofertaron
son los ángeles de Dios,
que dividirán en dos
la cosecha que juntaron.
"Los malos irán al fuego
en pena de su maldá;
y los güenos de verdá
brillarán como luceros
en los celestes graneros
por toda la eternidá".
En este valle de lágrimas
crece el mái con la maleza;
unos odian y otros rezan,
unos güenos y otros vagos;
toda la vida es un trago
de alegrías con tristezas.
Dios le puso como prueba
al hombre su libertá;
pero esta ocasión que dá
no es un tiempo de temor,
sino el tiempo del amor
pa probar nuestra amistá.
Y también está de Dios
que al final todo perece;
una llave que estremece
nos abrirá las concencias,
y el Juez dará la sentencia
que cada cual se merece.
Muy bonita esta parabola
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