No hay güelta que darle, hermano,
nace el gáucho pa ser güeno,
y, a lo mejor, es veneno
l'agua que lo hace cristiano.
Tuvo pa mí mala mano
el que me puso la sal,
porque es sino tan bagual
el que rumba me señala,
que p'andar siempre en la mala
tengo una suerte especial.
Ricién me apuntaba el bozo
cuando me juí a unas carreras,
y, de güenas a primeras,
me armó ayí camorra un mozo,
el gáucho, de fama ansioso,
echó el resto en la partida;
pero al tráerme la envestida
¡Dios lo perdone al paisano!
a mí se me jué la mano
y a él se le escapó la vida.
Arremolinió el gauchaje,
se desmayó el mujerío,
y yo, viendo cerca el río,
pa sus montes armé el viaje.
Tantié en el freno al coraje,
y, viendo que me sobraba,
grité con voz que me ahugaba:
"Al que me cobre esa muerte
lo ví'hacer pitar del juerte
si no echa aqueyo mi taba".
Y áhi tiene a un crioyo, aparcero,
que, inocente y sin malicia,
pa no ver con la justicia
se dió a la vida e matrero.
No jué por amor al cuero,
sino por la dinidá;
porque ¿a dónde un crioyo irá
que respeto se le guarde,
si saben que por cobarde
se entregó a la autoridá?
¡Pucha y qué vida aporreada
la de andar como avestruz
gambetiándole a la luz
pa no cáer en la voltiada!
Suerte que la gente honrada
con tuita delicadeza
da al gáucho por su guapeza,
no sin miles sacrificios,
como pa engañar los vicios
y cuerpiarle a la pobreza.
Y no falta un corazón
que apenáo de su abandono
le pida al del gáucho un trono
pa gozar su adoración.
Nació ansina esta pasión
que es aún mi ánsia más querida,
se abrió ansinita esta herida
que no ha e cerrarse más nunca,
y que ya pa siempre trunca
dejó la dicha e mi vida.
Jueron unos ojos magos
que a la claridá e la luna
cerquita de una laguna
me brindaban sus halagos;
ojos pa mi suerte aciagos,
que domando mi altivez,
me hicieron poco dispués
sentir la necesidá
de alcanzar mi libertá
pa esclavizarme otra vez.
Era en una islita e talas
ande, al cáer las tardecitas,
como casal de zuritas
arroyábamos las alas.
Yenaba amor con sus galas
de dulce encanto las horas
que, a nuestra dicha traidoras
por odio al nocturno luto
maniaban en un minuto
las tardes con las auroras.
En la isla, ayudáo por Dios,
y con la maña el carancho,
tejí con fagina un rancho
pa vivir en él los dos.
Dispués, diendo ciego en pos
de más segura alegría,
fiáo en que eya me quería
y serme fiel me juraba,
como quien tira a la taba
me entregué a la Polecía.
Y áhi, no más, vino el sumario,
y el entrevero e papeles
acoyaráo con las hieles
del preguntadero diario.
Como cuentas de un rosario
po'entre dudas y reveses,
jueron pasando los meses
sin tráerme ni una esperanza,
que el dolor del rio no alcanza
la compasión de los Jueces.
Eya, mi única pasión,
¡Pobre cachirlita viuda!
Yevaba a mi celda muda
cada día una ilusión.
Pero faltó una ocasión,
aqueya en que redepente
dentró a decirme un teniente
que mi causa se cerraba
porque el Juez me declaraba
asuelto por inociente.
Me vide libre y volé
ande me esperaba el nido,
pero yevando prendido
en el alma un "no sé qué",
ahugáo a la isla yegué,
y... ¡ah, malaya su falsía!"
El "no se qué" jué que había
de encontrar mi rancho solo
como nidito e chingolo
dispués de volar la cría.
1921.-
hola gauchogaucho te escribo desde colombia, a un fragmento del poema "el no se que" le hicieron una cancion, la conoces??, y si es asi, podrias decirme quien la canta?? gracias y por cierto es excelente tu blog
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