sábado, 22 de marzo de 2014

Los dos picazos overos


(Pintura: Aldo Chiappe)

1

Mi güen amigo Cisneros
le’scribo de anticipao
pa’ contarle l’he amansao
los dos “picazos overos”;
los he domao con esmero
bien a la usanza campera,
seguro, probarlo’espera
y verlo -un lujo sería-
manejarlos con maestría
trabajando por Las Heras.
2
Llegaron desde Las Flores,
los envió Don Sebastián,
amigo de aquel Froilán
que conocí por Dolores;
son dos y de los mejores
que pisaron por la estancia,
compadrones, con prestancia…
más elogios, no derramo.
¡Parecen pintaos por Ramos
por su estampa y elegancia!
3
Al traerme los baguales
dentré a puro maneador
a quitarles el temor
y las cosquillas sacarles;
las maneas colocarles
y luego el siguiente paso:
bozal y bocao pa’l caso
más un cabresto largón,
enderecé’n dirección
ande’staba mi “picazo”.
4
En un “bayo”, juguetón
Martín andaba esperando
y “El Poli” Rossi ensiyando
mi “picazo” en el galpón;
Gualtieri, pa’ la ocasión,
iba poniendo el asao
y López, en un costao
el cimarrón ensiyaba
mientras que yo acomodaba
las pilchas de mi recao.
5
“El Poli” salió adelante
y yo, largué por atrás,
el primero salió en paz,
el otro un poco picante;
como a ocho metros distante
Martín estaba observando;
y al sacarlos disparando
le agarraron las orejas,
mientras largaba unas quejas
la boca le iba tirando.
6
Después, un poco de sal,
les coloqué en las encías,
dejándolos cuatro días
pa’ no formarles un mal.
Al tantiarlos por igual
comencé con los galopes,
mientra’el cabresto, a los toques
a las patas sacudía.
No se sabe si algún día
el lazo, no los provoque.
7
¿Pa’ que seguirle contando…?
¡Usté lo sabe aparcero!
mucha pierna, y por entero
el cuerpo le fui hamacando.
Hasta los fui acostumbrando
con el poncho galopearlos
porque si al acariciarlos
se le de por juguetear
y no sea que al lloviznar
de a pie, me lo vean dentrarlo.
8
Completos los he dejao
mi güen amigo Cisneros,
pa’l desempeño campero,
con título de abogao.
Cosas que me han enseñao
las charlas en el fogón
y dejo, aquí, en la ocasión
del maestro el nombre puesto
y en el encerraré’l resto:
¡Don Juan Carlos Marañón!

viernes, 21 de marzo de 2014

Galana


(Pintura: Molina Campos)



En el desierto lobuno

ande pastoreo mis penas
abrió una flor de azucena
pa’ sorpresa de mi ayuno
y a ese blanco cual ninguno
que acoyara la pureza
va engarzada la beyeza
de quien -con postura firme-,
parece querer decirme:
“Mire que’sto… aurita empieza…”.

Y yo, qu’he sido ariscón
pal’ trato con las vecinas
y bagual pa’las cocinas
ande’l mate es más dulzón,
vine a cáir de sopetón
como por un pial tumbao,
sin dolor, anque almariao
ante lindura tamaña
y el vaivén de las pestañas
de’se par de ojos tostao.

Y en la miel de’sa mirada
que me’mpalaga el sentido
me veo entablao, decedido
por madrina tan asiada.
¡Adiós! mi vida pasada.
¡Adiós! rancho solitario.
Mi’stinto de libertario
habrá de’ntrar en sosiego
pa’ dir apagando el fuego
del sentir más temerario.

Cepeda el apelativo
de la que yamo Graciana,
esa azucena galana
que aura me tiene cautivo.
Siempre un mate pa’l estribo
me’ntretiene en la partida
y una risita atrevida
me’stá invitando al regreso…
Y al “picazo”… de’sprofeso
lo palmea, mi prometida.
                             (13/03/2014)

jueves, 20 de marzo de 2014

De pura cepa (Relato)




1
Fue pa’ fines de febrero
que entre ginebra y amargo
pa’ un viaje bastante largo
me arreglé con un resero;
la tropilla de un campero
siempre se halla en condición
y después de un madrugón
y de un beso que aún aspiro,
con la madrina de tiro
me perdí en el callejón.
2
Seis meses duró mi ausencia
pero añorando el paraje
una mañana armé viaje
con rumbo pa’ mi querencia.
¡Cómo pica la impaciencia!
en el regreso esperao,
si hasta los pingos, cuñao,
tras macucos galopones,
después de dos revolcones
ya pedían el recao.
3
Y así volví, ¿y para qué…,
pa’ encontrar de mi morada
la tapera abandonada
que aquella tarde encontré…?;
de rabia casi lloré
abrazao a mi alazán.
Si la china de mi afán
también me jugó una broma
y en su destino’e paloma
voló tras su gavilán.
4
Me dolió tanta ruindad
y al verme tan castigao
al tranco de mi montao
me perdí en la inmensidad;
me abracé a la soledad
de aquella verde extensión.
Salía de un cañadón
para ganar el sendero,
cuando un cus-cus agorero
me acongojó el corazón.
5
¡Cruz diablo!, bicho dañino,
le grité en un santiguao
y pensé, va de costao
la taba de mi destino;
si la mala es mi camino
la he de topar, no se asombre,
no es de criollo dar un nombre
ni maldecir el ayer,
ni llorar como mujer
sus desventuras de hombre
6
Más de un día galopié
sin saber pa’nde rumbiaba,
sin saber si me escapaba
y si escapaba ¿por qué?
Medio me desorienté
en esas cavilaciones,
ya colgaba sus crespones
la noche en el horizonte
cuando al salir tras de un monte
divisé unas poblaciones.
7
 Y allá me fui, pues quería
tratar de echar un bocao
y el paraje divisao
era de una pulpería;
desmonté y con alegría
a los dos pingos manié,
las espuelas me saqué
y como lo hace un paisano,
con el chambergo en la mano
en el boliche dentré.
8
Con un ¡Muy güenas, patrón!,
me acodé en el enrejao,
-¿Qué se le ofrece, cuñao?
-Galleta, fiambre y carlón.
Me entró a llamar la atención
de tres que se me apartaron,
entre ellos se conversaron
y después de un cuchicheo
sin hacer ningún rodeo
dos ojos me provocaron.
9
La previsión de un alerta
es muy buena consejera
y al querer buscar pa’juera
ya me habían ganao la puerta;
en uno de ellos vi cierta
la provocación bien clara,
lo dejé que me mirara
sin querer hacerle caso
y el que me cerraba el paso
me provocó cara a cara.
10
Me le acerqué como al tranco
diciéndole que asujete,
cuando le puse un moquete
que lo tumbó contra un banco:
-¡No han meneao a ningún manco
ni a ningún sordo han hablao,
ni permito que un zafao
me provoque y me denigre!,
cuando se vino hecho un tigre
el hombre que había volteao.
11
La pucha, viera el furor
conque me grito: -¡Por mama,
y mesmo te haré la cama
ya que sos madrugador!;
y allí peló un alfajor
más puntudo que un colmillo
y me refregó aquel pillo
la punta por el ombligo,
como diciéndome, ¡Amigo,
otra cosa es con cuchillo!
12
Yo me hacía el asustao
sin querer desenvainar
cuando me dentró a apurar
del uno y del otro lao,
quizá de engolosinao
no previó ninguna trampa
y les digo que aquel pampa
pa’l cuchillo no era enclenque,
cuando le bajé el rebenque
en el medio de la guampa.
13
Arranqué pa’ difuntearlo
por guarango y atrevido
mas cuando lo vi caído
se me dio por perdonarlo;
alguien supo manotiarlo
pues lo iba a dejar reyuno
y allí les grité oportuno
a los otros que quedaron:
-Tres fueron los que coparon
y aquí perdió solo uno.
14
Ninguno buscó querella
ni dijo, esta boca es mía
y de aquella pulpería
me fui al tranco por la huella;
y es desde la noche aquella
que soy matrero y bandido
y me escondo perseguido
en algún monte o bañao,
como perro cascoteao
que lo asusta cualquier ruido.
15
No tengo rancho, ni quincho
y soy, oculto en la bruma,
en los pajonales, puma,
y por los riachos, carpincho.
Tierra gaucha, hoy me cincho
con el correón del ultraje,
mas defiendo a lo salvaje
con dignidad campesina
la tradición argentina
a impulsos de mi coraje.

miércoles, 19 de marzo de 2014

La esquila




1
Si me prestan atención
y ustedes me dan permiso,
ya que Dios colmarme quiso
de un poco de inspiración,
á la luz de este fogón
que hace el viento llamariar,
voy, señores, á cantar
unas décimas, que quiero,
como güen gaucho sincero
á mi patrón dedicar.
2
El catorce tempranito
del mes que va disparando,
del año que está boquiando
y al oyo va derechito,
al trote y al galopito,
empezaron á llegar
los que venían á dejar
á las ovejas sin lana,
ó en jerga mas castellana
los que venían á esquilar.
3
Yo llegué de los primeros
porque soy madrugador,
que el que es güen trabajador
madruga siempre, aparceros;
no soy como los puebleros
que entre sábanas blanquitas
y en unas camas blanditas
se dan ciento y una güelta
y roncan á pata suelta
á modo de señoritas.
4
Yo me acuesto en mi recao
donde la noche me agarra,
eso sí, que mi guitarra
siempre la llevo á mi lao,
porque soy aficionao
á cantar, porque cantando
un poquito, y trabajando
otro poco, me consuelo
de las desdichas que el cielo
va en mi camino sembrando.
5
A medio día se dio
órden de tráir la majada;
¡jué pucha!... la paisanada
como en un tiatro aplaudió;
en seguida se encajó
el traje de trabajar,
trajesito singular
que no quiero describir,
porque de tanto raír
se puede alguno enfermar.
6
Y después que pude estar
escuchando sin yo ver,
quien sabe, alguna mujer
y se va á… ruborizar;
el traje de trabajar
que lleva el esquilador,
es un traje de mi flor
corte “Adán y Compañía”,
no es traje de sastrería
pero es lindo pa’ el calor.
7
Al conjunto abigarrao,
que forma tuita la gente
de esquila, corretamente
“comparsa” se le ha llamao,
y al que esquila se le ha dao
el nombre de “esquilador”,
al que agarra, “agarrador”,
al que dá latas, “latero”,
al que alza lana, “lanero”
y al que embolsa, “embolsador”.
8
Se llama “envellonador,
al que los vellones ata,
y ansina al que los desata
llamarán “desatador”;
hay un “descatangador”
ó dos ó tres, y hay “laneros”,
“médicos” y “curanderos”,
eso aquí, que en las fronteras
dicen que hay hasta “parteras”
con patentes, aparceros.
9
Se denomina el lugar
donde trabaja la gente,
dende muy antiguamente
“cancha” o “galpón de esquilar”;
hoy es cosa de almirar
cuando se está trabajando,
ver la gente manejando
los tamaños tijerones,
que muerden en los vellones,
lo mesmo que yo el pan blando.
10
Y redepente uno grita,
cuando una oveja ha esquilao:
“¡Ya!... compañero… cuñao
no se olvide la latita”;
mas allá se desgañita
otro, llamando al “bostero”
para que venga lijero
á limpiar no sé que cosa,
que jiede á… jazmín, á rosa
á zapallo ó á… romero.
11
“-¿Quiere lana embolsador?”
“-Venga lana, un velloncito,
alcanzame el mas chiquito
con eso dentra mejor”.
“-¿Ande está el agarrador?”
“-En los bretes, ¿y el lanero?...”
“-Aquí hay barriga, aparcero”,
“-Ya la voy a levantar”
“¿Quién va esta oveja á curar?
“-Que la cure el curandero”.
12
Y así sin interrución,
desde que el día amanece
hasta la hora en que anochece,
siempre la mesma junción;
tuito es farra, animación,
ruido, barullo, contento,
algazara y movimiento
en la cancha de esquilar;
así es lindo trabajar
sin opresión ni tormento.
13
Y mientras en el galpón
la gente está trabajando,
hay uno que cocinando
está en un tremendo ollón;
arrima leña al fogón
y cuida de los asaos,
del pirón y los guisaos,
y hace hervir cada puchero,
que le vale al cocinero
¡vivas! de tuitos costaos.
                                   (11/1899)
Versos de A. R. Lassus (uruguayo)



(Pintura: Molina Campos)

martes, 4 de marzo de 2014

Cacique dame "El Tobiano"


 (Pinturas: Eleodoro Marenco)



Cacique dame “El Tobiano”
vivaracho y coscojero
que con un lujoso apero
le has robao a este paisano;
dameló, indio tirano,
no te demostrés tan duro
con este ser que en apuro
causa tuya está viviendo
de día y noche sufriendo
en su pobre rancho oscuro.

Si me lo dás te daré
unos estribos de plata
que me regaló una ñata
una vez que le canté,
un lazo que yo trencé,
sobrepuesto, güen cinchón,
nazarenas, güen facón
y una cabezada fina
y una guitarra argentina
de armonioso y triste son.

También yo tengo pa’ darte
de tuitas las prendas mías
pretales y ‘tres marías’
que mucho han de agradarte.
Más no tengo pa’ ofertarte
que yo crea de valor
porque tuito lo mejor
te brinda este gaucho rudo
pa’ que me des, indio crudo,
“El Tobiano” corredor.

Ya que te negas, canaya,
cacique fiero, inhumano,
en devolverme “El Tobiano”
ligero y de buena laya,
sin andar buscando raya
ya que mi flete perdí,
yo te juro dende aquí
que cualquier día, canejo,
he de tajiarte el pellejo
pa’ que te acordés de mí.

                                 
(Ref. anotado en 07/1923)

(Tomado de un cuaderno en el que
D. José Tirado -1905/1986-
copiaba versos en la década de 1920,
sacado del archivo personal de don Carlos Raúl Risso)

domingo, 2 de marzo de 2014

Décimas al caballo criollo




Caballo criollo que fuiste
aliado del montonero
en el bélico entrevero
donde con él anduviste;
caballo que al gaucho diste
en las patriadas aliento,
cuando en el combate cruento
y en la lucha encarnizada,
corrió como clarinada
tu relincho con el viento.

En larga marcha precisa,
transportaste hasta Caseros
los arrogantes lanceros
de las columnas de Urquiza.
Otra hazaña sintetiza
tu innata temeridad:
¡hollando su majestad
venciste la andina cumbre
llevando como una lumbre
a otros pueblos libertad!

¡Pingo criollo, compañero
del hombre en las lides fuiste
y antaño con él hiciste
más de un arduo derrotero…!
Sobre tu lomo el tropero
arreó el arisco ganado;
abrió surcos el arado
que arrastraste con la aurora,
y eres tan útil ahora
cual lo fuiste en el pasado.

Unas veces galopando,
otras al trote o al tranco,
oscuro, alazán o blanco,
vas por la historia cruzando…
con Alico vas rumbeando,
con Calibar rastreador
tras las huellas de un traidor…
y con el chasque altanero
con la nueva del guerrero
en la liza vencedor!

Amaste la libertad
como el hijo de mi gleba
que en sí encarnada la lleva
como santa idealidad.
Como la ama en  mi heredad
el colibrí tornasol
zumbando entre el arrebol
de la mañana encendida…
¡Así tu amaste la vida
siempre al pampero y al sol!

Compartiste honra y laurel
del antiguo payador;
soledad y sinsabor
del matrero de Montiel.
Porque al hombre fuiste fiel
en su ventura o quebranto,
disfruta de paz… en tanto
te acoja la patria historia,
junto al héroe y a su gloria,
como te acoge mi canto!


  Villaguay, E. R., 31/12/1973

Tutano




El cielo abrió plenamente
su calórica compuerta
derramando por los campos
los caudales de la siesta.

Cruzando entre pajonales
a su “tungo” talonea
un chiquilín que retorna
para su puesto allí cerca
-del que su padre está a cargo
por un jornal de miseria-.

Regresa de churrasquiar
con dos “amistases” nuevas:
dos hombres hechos a soles,
a chaparrones y huellas;
errantes caminadores
con “mono” y pasado a cuestas
que al pie de un molino, ahora,
acampan con su cansera.

Y este niño que se forma
en la vernácula escuela
encuentra en su rudo trato
rica y sabrosa experiencia…
le agrada oír sus relatos
de otros hombres y otras tierras
de cosas que no conoce
o que conoce “de mentas”.

Mientras regresa cavila
sobre las cosas aquellas
pensando si sabe más
aquel que tranquea más leguas.

De pronto aparece un cuis
que entre las pajas se interna
y el muchachito, resuelto,
a perseguirlo se apea:
no lo encuentra y sin pensarlo
-pensando solo en su presa-
le prende fuego, y las pajas
arden lo mismo que yesca…

¡Ya está el fuego devastando!
¡Ya está en marcha la tragedia!
Ya crepitan los pajales
de un campo lleno de hacienda!
Ya sus manos y sus pies
emprenden vana tarea
y sus ojos asombrados
solo aumentan su impotencia.

Y en momentos que se apresta
a montar con suma urgencia:
sus dos amigos jadeantes
ve llegar a la carrera
trayendo bolsas mojadas
para frenar la tragedia.
Tras un “¿qué has hecho, muchacho?”
-por pregunta y reprimenda-
transpiran hasta apagar
aquellas llamas hambrientas.

Así salvaron al niño,
al pastizal y la hacienda
dos “crotos”, dos caminantes,
dos vagabundos “linyeras”…
hombres que todos suponen
insensibles como piedra.

Hombres cuya faz hostil
suele ser una corteza
que cubre un blando tutano
de nostalgias y de penas…
hombres que no deben ser
juzgados a la ligera.