(Foto del Archivo Gral de la Nación: Vista de la estación Retiro del Ferrocarril Central Argentino (FCCA),
actual Ferrocarril General Mitre, en su configuración primitiva a fines
del siglo XIX. La estación era pasante, puesto que las vías continuaban
hacia la Estación Central) .
Cuando llegué a la estación
que le llaman del Retiro,
allí casi ni respiro
dominao por la emoción.
¡Qué lujo en ese galpón!
Los piones, uniformaos
y pasando un enrejao
como quien sale pa ajuera,
puede verse p'ande quiera
todito el piso lustrao.
El reló' de las iglesias
a esa hora de la mañana
avisó con la campana
golpiándola siete veces.
Se me habían hinchao los pieses,
no podía ni dar dos pasos
pero como en otros casos,
seguía en esa ocasión,
lo mesmo que un mancarrón
dolorido por los vasos.
Era de oirse el cotorreo
del lindo mujererío,
que iba pa'la costa'el río
a esa hora de veraneo.
Las vide parar rodeo,
cerquita de los portones
ande vigilan los piones
pa darles paso en seguida,
antes de tocar salida
pa los trencitos rabones.
Es gente que va a pasar
un día al aire, al sol, al viento,
que también es alimento
pa'l cansao de trabajar.
Y cuando dentran al mar,
cada una es una fortuna
como de una mesma cuna
muchas que visten iguales,
parecen teritos reales
orillando una laguna.
Es que la mujer pueblera,
por quien estos versos canto,
tiene yo no sé qué encantos
pa entusiasmar a cualquiera.
En invierno, en primavera,
y en cualquier estación,
es ella la tentación
que ande quiera nos provoca,
y más áura que en la boca
se ha pintao un corazón.
Antes que la noche tienda
el poncho con que se viste,
y antes que la luna triste
su luz de plata desprenda,
toma cada una su senda
que lleva a las estaciones,
y los trencitos rabones
que andan a electricidá,
tráin de güelta a la ciudá
un montón de corazones.
(Pintura: "Viera qué linda la mar" de don Florencio Molina Campos)
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