con su gigantesca mano
y aunque era medio temprano
alguna perdiz silbaba.
El oscuro que montaba
le quería ganar al viento,
un pingo de gran aliento
que nunca pedía una tregua
y devoraba las leguas
como si estuviera hambriento.
Recuerdo en esa ocasión,
cosas que tiene el destino,
en un cruce del camino
lo encuentro al Floro Almirón.
“- He manchao a mi facón
-me confesó arrepentido-
sabe Dios que no he querido
este lance provocar,
y si me voy a entregar
seguro que estoy perdido.
El dueño ‘e la estancia “El Mate”
me sacudió un talerazo
y aquel que levanta el brazo
está dispuesto al combate.
No nació quien me maltrate
le dije sin titubear,
usté podrá controlar
si cumplo mi obligación
pero el día ‘e la eleción
yo sé a quien debo votar.
Mi vergüenza no se quiebra
y menos ante el ultraje
y yo, por suerte, al coraje
no lo gano en la ginebra.
El hombre no era culebra
y ya se armó la de a pie,
aunque un susto me llevé
es de agallas el caudillo,
se aflojaron sus colmillos
cuando el brazo le corté.
Hasta aquí me trajo el ruano,
siete leguas de un tirón,
pero a causa de un tendón
está aflojando una mano.”
-No se preocupe paisano,
le contesté muy seguro,
lamento este trance duro
pero todo saldrá bien,
para que no pierda el tren
aquí le ofrezco mi oscuro.
Muchos años ya han pasao,
siempre el hombre en libertá;
por mi gesto de amistá
me tuvieron apurao.
El tiempo todo ha borrao
pero yo recuerdo el día,
apenas amanecía,
un relincho trajo el viento
y el oscuro, muy contento,
me anunciaba que volvía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario