¡Allí están! ¡Esos son!
Juntos forman la tropilla,
de tal palo tal astilla
morros, crines y garrón;
distingo de tradición
y para más… ¡entablada!
Cualquier cosa, una pavada,
lujos de la Patria mía.
¡Amor de la gauchería
para verla engalanada!
Si parece un espejismo
al verlos así alineaos,
tan lustrosos y tusaos,
tan seguros de si mismo;
que al saltar tanto criollismo
no sé… que me está pasando
que de no hallarme cantando
viendo manso a tanto arisco,
¡de fijo que me pellizco
por temor a estar soñando!
Emoción de rejuntar
capacitao’ yeguarizos
justo en los días precisos
en que se deben domar;
alguno que otro ejemplar
por chambón o por inquina,
hay veces en que no atina
a encajar en su sitial,
¡pero la yegua al final
demuestra porque es madrina!
Es un sueño la tropilla,
que orgullo para su dueño,
puso garra… puso empeño…
puso potros por semilla,
y hoy germina en la gramilla
pelajes en ramillete,
una flor es cada flete…
en sierra, en monte o en pampa,
tal vez la última estampa
que nos queda ¡la gran siete!
El cencerro los convoca
con su cadencia nativa,
eco criollo que reaviva
la llama que nos sofoca;
tañir que la fibra toca
a todo aquel que lo escucha,
¡dolón… dolón! que serrucha
polvareda o cerrazón,
ni nieblas ni chaparrón
lo manean, ¡la gran pucha!
Ya puedo cerrar los ojos
y esta estampa me la llevo,
buscaré un candil de sebo
y esta noche en los rastrojos,
allí con los ojos rojos…
voy a tratar de cantar,
y si me vieran llorar
no ha de ser por el humito:
¡si no morir con un grito
si ya nadie va a entablar!
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