"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
jueves, 25 de julio de 2013
De todo pelo
Tuve una vez siendo mozo
una tropilla machaza,
de todo pelo y razas,
como mancos y fogosos
es que en ese tiempo hermoso
yo para vivir domaba,
y cualquier patrón me daba
ocho o diez para amansar,
y haciendo pingos de andar
de un puesto a otro puesto andaba.
Recuerdo que una madrina
era una gateada overa,
la que siempre tuvo entera,
la cola como la clina.
De la estancia "La Argentina",
la llevé con dos gatiaos,
con dos bayos, un tostao,
y un potrito pangaré
hermano de un yaguané,
de un zaino y de un colorao.
Después le agregué un tordillo,
y un colorao "sangr'e toro",
dos alazanes, un moro,
y un lindo potro rosillo.
Dos baguales doradillos,
que parecían hermanos,
compañeros de un tobiano,
de un lobuno y de un pintao,
y un oscuro tapao
que era de marca orejano.
Después de un buen estanciero
también le eché a mi tropilla,
un barroso gargantilla
y un lindo azulejo overo.
Un picazo muy matrero,
hijo de un zaino bragao,
como hermano de un rosao,
como de un alazán roano
y de un tostao rabicano
que era de encuentros manchao.
¡Qué tropilla linda, don!
y aunque de diversos dueños,
cada bagual era un sueño,
gordo y tusao de mechón.
Y cuando yo a un chucarón,
salí a darle una sobada,
junto a la yegua trabada
parecían encadenaos,
con los cogotes cruzaos
y ya mansa la mirada.
Tropilla que peina nieve
de todo pelo y distingo,
que eran veintiocho los pingos
y la yegua: veintinueve.
Mas como el recuerdo bebe,
de cada pingo domao
hoy sigo solo y cansao,
del camino a la ciudad
sin tener más propiedad
que el corazón y el recao.
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