martes, 12 de marzo de 2013

La familia del tambo



Está sonando la pava
en la cocina de leña
y una voz ronca, se adueña
del silencio que reinaba,
es el Viejo, que destraba
el serrucho de los sueños,
aunque alguno frunce el ceño
sin protestar, se levanta,
y en dos minutos se planta
ante el calor de los leños.

Con unos pocos amargos
aún en noche cerrada,
va surcando madrugadas
el “boyero”, a gritos largos;
después de arriar, tendrá a cargo
de a dos terneros largar,
si alguno entra a corretiar
porque su madre está echada
pega un grito y de la nada
la lechera entra a llamar.

Banco y maneas preparaos
quedaron del día anterior
y el primer ordeñador
ya tiene el balde enjuagao,
los otros lo han imitao
y se van acomodando,
preguntan ¿cuál?, esperando
que el “apoyador” conteste
en tanto reniega éste
porque uno se está mamando.

El farol quedó colgao
cerca del viejo jagüel
porque de no ser por él
al lechero se le ha errao;
un perro ya se ha arrimao
y se rasca bostezando,
también se va despertando
con su chirriar el molino
y algún hornero, su trino
pa’ la causa va sumando.

Cuando el sol se deja ver
hay qu'ir apurando el tranco,
unos han colgao el banco
pa’ dentrar a revolver;
la “patrona” entra a traer
maíz pa’ las batarazas,
la silueta de las casas
es una sombra borrosa
y una chancha caprichosa
voltea un balde cuando pasa.

El que hoy hace de carrero
sale al trote pa’ mudarse,
toma el mate sin sentarse
y le echa un pan al garguero;
tiene que salir ligero
si a tiempo quiere llegar,
una legua hay que tranquiar
hasta la vieja estación
y él no será la razón
de que el tren deba esperar.

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