Te debía este vals y aquí lo tienes, tan simple como el mundo de tus horas, un pequeño regalo que no quiere más que darte las gracias de esta forma. Oh, no llores, si el vals tomó tu nombre fue al fin porque eres buena y tolerante, como nadie entendiste mis dolores y creíste en mis sueños como nadie. Hermana, hermana, qué atrás quedó la niñez el viejo rancho que amabas y el río largo ante él. Tu pelo y el mío prometen un gris, acaso el otoño ya esté por aquí. Hermana, hermana, rondita tibia y cordial: abre las manos y guarda la rosa azul de este vals. Sin embargo hay un cargo que me abrasa pues nunca penetré en tus inquietudes y no fui alguna vez la voz que ansiabas si un pesar te envolvía entre sus nubes. Mas, con todo, jamás oí tus quejas y siempre tus desvelos me auxiliaron en las horas inciertas de la espera cuando todo encendía el desencanto. | |
-------------------------------------------- Dedicado a mi queridísima Hermana Isabel Hardoy! |
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"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
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