Un nubarrón muy oscuro
se viene
enlutando el cielo
y dentra a chirliar
el suelo
con gruesas
gotas, de apuro;
bajo el
alero procuro
darle
resguardo al recao,
ricién he
desensiyao
al gatiao, que sudoroso,
se revuelca
espamentoso
y dispués
trota avispao.
El sol, que
hast’hace un momento
briyaba alto
y señorial,
como gambetiando
un pial
se ha juido
del firmamento,
aprieta un
calor sin cuento
(resabio de’sa
templanza),
la oscuridá,
muda avanza
con paso
firme y sigilo,
y el tajo
de un rejucilo
le abre a
una nube la panza.
Se oyen
buyas escondidas
de torcazas
y monteras
como quejas
lastimeras
al verse
desguarecidas;
unas poyas
sorprendidas
buscan ganarse
al galpón,
se hace
juerte’l chaparrón
y junto al
brocal del pozo,
soporta el agua -juicioso-
el viejo
sauce yorón.
Dos patos
como de fiesta
cruzan un
charco al tranquito
y a los
altos eucalitos
se les
borronea la cresta;
s’emponcha
de agua la siesta
pero… ¡tormenta’e
verano!
dentra a
yover con desgano
y ayá se
divisa, lejos,
un listón
claro y parejo
señal de
que abre temprano.
Afloja algo
la calor
y cual cosa
acostumbrada
suelta la
tierra mojada
su ya
conocido olor.
Se hace el
mate tentador
pa’ dir
cortando la se’
y
endemientras que se ve
que jue
yuvia de verano,
reaparece
el sol paisano,
pícaro… y riyéndosé.
(28/09/1981)
(28/09/1981)
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