sos la
llanura tendida,
sos la
querencia querida
guardiana
sos del donaire.
Sos el
clavel del aire
a un tala
viejo prendido,
sos el
recuerdo encendido
que emana
la tradición,
sos rancho,
alero y fogón,
para un
sueño amanecido.
Sos
profunda rastrillada
y camino de
carretas,
sos el
ñandú y sus gambetas,
sos el
bañado y la aguada.
Sos piedra
y lonja trenzada
en las
patas de un bagual,
sos
domador, sos mensual,
sos vieja
estancia señera.
Y sos
abierta tranquera
que jamás
te echará un pial.
Galopando
tus llanuras
tras el
“pato” codiciado,
¡caray! si
habrás reventado
curtidas
cabalgaduras.
En esas
jornadas duras
de
legendario coraje,
fue
forjando el paisanaje
nuestro
juego nacional,
deporte
medio bagual
pero de
gaucho linaje.
Los
“Colorados del Monte”
con pasión
te galoparon,
y fue un
trueno colorado
que desgajó
el horizonte.
Pues sin
gastar en aprontes
y
embretados por el brillo,
de los ojos
de un Caudillo
que se
llamó Juan Manuel,
marcharon
firmes con él
paridos por
“Los Cerrillos”.
Presencia
de estancia vieja
forjadora
de hombradas,
la que en
primera avanzada
templó
nuestra raza añeja.
Mudos
testigos hoy dejas
cuando la
indiada sin hiel,
vincha y
chuzas en tropel
estrellaban
sus intentos,
contra el
coraje sin cuentos
de esos
criollos del ayer.
Sos el monte, sos la sierra,
sos el
médano escarpado,
sos el
criollo Río Salado
que es un
hachazo en la tierra.
Sos
barrancas cuando en guerra
se erizaron
de cañones,
para ahogar
las pretensiones
del gringo
que había usurpado,
y en la
“Vuelta de Obligado”
mostrarle
los espolones.
Sos Areco y
“La Porteña”
y sos Don
Segundo, el viejo:
lindos
recuerdos añejos
que
convertidos en leña,
ya en la
memoria sureña
crepitan en
el fogón
pura raza y
tradición
que
encendiera Don Ricardo,
para
después como el cardo
desparramar
su emoción.
Nombro al Pago ‘e La Matanza
romancesco y genuino,
desandando tus caminos
te colmo yo, de alabanzas.
Cuando tus hombres de lanza
en “El Pino” o por “Tapiales”
se convocaban, y leales,
a la vincha colorada,
rumbeaban a las patriadas
en las gestas federales.
Ah! Pagos
de mis amores,
por la Villa de Luján.
Velay! que
campos: Pirán,
que
criollaje el de Las Flores,
un fortín
era Dolores,
Junín fue
Federación,
La Rufina allá en Naón,
Cuarteles,
Santos Lugares,
y hace ya
también añares
una posta
el hoy Morón.
Criollos del
Norte y el Ande,
del Sur y
del Litoral,
a todos
cobijó igual
y en ellos la Patria Grande.
Pero la
tierra de Hernández
hoy me pone
sensiblero,
cuna de
hombres enteros
para
entreveros y bailes,
¡es mi Pago
Buenos Aires
la cancha
de mis anhelos!
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