(Pintura: Juan Manuel Blanes)
1
Los cielos cantan la gloria
escrita en el firmamento;
muje el día en su contento
al día que va delante:
que de noche a noche cante
repitiendo el argumento.
2
No son palabras de hombre,
no conversan en cristiano,
y aunque su hablar no es humano,
es muy fácil de captar
llegando en su galopiar
a los pagos más lejanos.
3
Al sol le tendió su toldo
en las tranqueras del cielo
pa que emprendiera su vuelo
del levante hasta el poniente
dando luz a los vivientes
que anidan en este suelo.
¡segunda!
4
Este sol es sólo imagen
y reflejo de la Ley
que conforta al alma fiel
y es testimonio seguro
para el hombre recto y puro,
y más sencillo que un güey.
5
Los preceptos del Señor
son rectos, dan alegría,
iluminan como el día
cuando el sol brilla en la altura.
La Ley del Señor es pura
y es eterna garantía.
6
Sus juicios son verdaderos
todos justos por igual,
valen más que un dineral
son plata de buena ley:
son más dulces que la miel
que se esconde en el panal.
7
Aunque yo pongo mi empeño
y toda mi vigilancia
en ser fiel a la observancia
que me piden tus preceptos:
¿quién sabe si no hay defectos
que tengo por mi ignorancia?
8
No permitás Vos, Señor,
que el orgullo me domine.
Si mi alma de él se exime
se guardará siempre pura
y podrá vivir segura
sin que el vicio se le arrime.
9
Recibí, Señor, mi canto
que quiere ser oración;
nacida en el corazón
se hace palabra en mi boca,
para Vos mi Dios, mi roca,
porque sos mi Redentor.
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