martes, 16 de octubre de 2012

Mi canto


 (Pintura: Patricio E Marenco)
 
Ýo canto la tradición
porque su espíritu crea
la grandeza que bravea
en el filo del facón.
Síntesis de rebelión
que la raza lleva innata,
idea que no se mata
porque se marca triunfal
como a una blanca inicial
en el pañuelo escarlata.

Yo canto la tradición
porque su nombre altanero
tiene soplos del pampero
y resistencias de horcón.
Voz que, a indomable son
de los gritos del salvaje,
se impuso sin vasallaje,
-tormenta de odios que ruge-
¡en avalanchas de empuje
y ponchadas de coraje!

Yo canto la tradición
que está en el sauce que añora
y en la paloma que llora
dolida tribulación;
melancólica expresión
de la gran llanura inmensa,
palpitación que condensa
nostalgias de un pecho herido,
¡ramo de jazmín prendido
a la cinta de una trenza!

Yo canto la tradición
que perdura con porfía
en esta guitarra mía
que habla como un corazón...
Peregrina ensoñación
de los ramajes dormidos,
apogeo de los nidos,
la miel de la lechiguana,
¡el cedrón de la ventana
perfumando tiempos idos!

Yo canto la tradición
del viejo palenque rudo
a quien derribar no pudo
ningún potro en el tirón;
del pozo que, en la oración,
retrata a la linda moza,
 del hornito que alboroza
con la empanada, y la luz
que en la solitaria cruz
pone la estrella, piadosa.

Yo canto la tradición
de la vieja pulpería
-contrapuntos de armonía,
néctar del tosco porrón-.
Yo canto la bendición
del lucero que fulgura
y alumbra con su luz pura,
estos dos destinos grandes:
¡un San Martín en Los Andes
y un Sarmiento en la llanura!

Fresco rocío augural
que moja la tierra mía,
bautizando de poesía
a la guitarra inmortal:
sigue cayendo, cordial,
en la tradición innata,
¡como una blanca inicial
en el pañuelo escarlata!

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