martes, 16 de octubre de 2012

A mi caballo



Noble caballo lobuno
que en la pampa de mi vida
con la rienda recogida
fuiste con paso oportuno;
tal vez amigo ninguno
se pueden a ti comparar,
y hoy que te veo pasar
por la huella del recuerdo,
¡en vano gimo y me muerdo
por quererte sofrenar!

El anca vuelta al pampero
pasas... y te vas callado
con el último bocado
del pastito del sendero.
Las nostalgias del apero
empañan tus vagos ojos,
y sin lograr tus antojos
como una sombra te pierdes
por las lontananzas verdes,
¡la cola llena de abrojos!...

El palenque en tu retina
se refleja a cada instante
y escucha el lazo silbante
parada tu oreja fina...
La laguna cristalina
ansía tu sed calmar,
y tú te quieres alzar
bajo la opresión del basto,
¡dulce bocado de pasto
que ya no has de saborear!

Cuando la mañana asoma
sonriendo en los pajonales,
en un canto de zorzales
te besa el sol de la loma.
Grato zahumerio de aroma
te da el verde trebolar,
y el tordo se va a posar,
en tu lomo, ¡pobre flete!,
¡como el último jinete
que te quisiera domar!...

Ya tu crin no flota al viento
peinando los horizontes;
te la tuzaron los montes
en un cruel ensañamiento.
En tu cogote sangriento
no luce el maneador colgando
¡cual si fueses anunciando
tu propia y cercana muerte!


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