(Fotos: Eduardo Amorim)
Como que juera invitao
a una yerra y señalada,
ensillé una madrugada
y me largué pa’l Bragao.
A tres leguas del poblao,
justo en l’estancia “El Horcón”
sofrené mi redomón,
y en un potrero ‘e gramilla
acomodé mi tropilla
y enderecé pa’ un galpón.
Se comentaba y sabía
de que la hacienda era brava
y cada cual aguardaba
lo que nos tráiba ese día.
Y que jué sin picardía
lo aseguro por mi honor
al moreno Nicanor,
aquel negro liendre y pillo:
¡le pegó un susto un novillo
que hasta cambió de color!
Jué así: se paró rodeo,
y ya algunos se ayuntaron
pa’ enlazar; y otros se apearon
pa’ lucirse en el pialeo.
El viejito Timoteo
se hizo cargo del fogón,
pa’ tener en la ocasión
la marca bien calentada,
y alguna cosita asada;
y allí lo vide a Rendón.
Y se dentró a trabajar
y cada uno se esmeraba,
pero ninguno lograba
siquiera al negro igualar.
Tan seguro pa’ pialar
se mostraba “el sabandija”
cada tiro era una fija
de palanca o de volcao:
¡quedando como plantao
cuantito echaba verija!
Tráiba el Vasco Apesteguía
un novillo yaguané,
lo habían enlazao porqué
la marca no se le vía.
Sobre el lazo se venía
buscándole el mancarrón,
quiso evitar el tirón
más no lo pudo lograr
¡se vino el lazo a cortar
y ya lo encaró a Rendón!
¡Más de uno se santiguó!
Cuando el yaguané bramando
créibamos lo iba alcanzando
y medio nos apampó.
Pero al punto apareció
como del suelo brotao,
otro “negro” en un tostao
marca del dueño ‘e “Los Talas”
¡que pareció tener alas
cuando pasó a nuestro lao!
¡¡Pechazo!! ¡Cayó el novillo!
Jué todito un entrevero,
y el tostao al forastero
también se le hizo un ovillo.
Pero él corriendo y sencillo
salió. ¡Ah “negro” parador!
Se dio vuelta Nicanor,
y al verlo, ya agradecido,
lanzó como un alarido:
¡¡Vivan los de mi color!!
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