"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
martes, 28 de agosto de 2012
Las chancletas de Ña Juana
Sin andar con indiretas
ni palabras de dotores,
voy a contarles, señores,
la historia de unas chancletas.
Son ellas tan indiscretas
que en perjuicio de ña Juana,
se han hecho cada ventana
para que le dentre fresco,
que le dan como refresco
seis resfríos cada semana.
Ya se pueden figurar
como será la cosiaca,
y pobre del que se atraca
y las tiene que olfatiar,
si no las llega a calar
le da el cólera a la fija
porque es pior que una vasija
llena de mala conserva,
tiene como de reserva
un poco de sabandija.
Y es lástima que así sea
porque la dueña es güenaza,
no tiene más que la traza
más que un poquitito fea,
cabeza como azotea
porque de crespa es porruda,
es por demás orejuda
la nariz como picana,
pero tiene misia Juana
una boca macanuda.
Lengua hasta de sobra tiene,
y charla hasta por los codos,
te pleitea de tuitos modos
y en enredos se entretiene;
mas, esto al caso no viene
perdonen mi distraimiento,
voy a seguir al momento
mi empezada rilación
y a dentrar de sopetón
con las chancletas del cuento.
Ellas andan a disgusto
tuita la santa semana,
porque en los piese'e ña Juana
tienen medio siglo justo,
¡y cómo han de andar con gusto
si casi esqueletos son,
tienen cada costurón
y cada parche poroso,
qu'es por demás doloroso
verlas entuavía en junción!
Tienen remiendos tamaños
de zaraza y terciopelo,
de pedazos de pañuelos
y de diferentes paños.
Hace ya como veinte años
que la suela se acabó
y d'entonces empezó
a arreglarlas con cartones
qu'en más de cien ucasiones
a mí mesmo me pidió.
Y a pesar de tal cuidado
mientras que va caminando,
los dedos van asomando
por uno, y otro costado;
muchas veces se ha cortado
con vidrios qu'encuentra al paso
y se ha pegado un porrazo
lastimándose la jeta,
y ha sentido la chancleta
mucho más que el hocicazo.
Pero, para eso es prudente,
y si acaso ha rezongao
es porque se le ha averiao
la chancleta nuevamente.
Y, si se halla, casualmente,
dispuesta pa'costuriar,
la comienza a champurriar
pa'no comprar más terreno,
pero, si se le hace güeno
l'anda haciendo viboriar.
A veces, de sufrir harta,
la pobrecita se sale
pero eso de nada vale,
porqu'ella otra vez la ensarta...
¡Pu... cha, la vieja lagarta!
Hereje con la chancleta,
aunque ande como carreta
nunca es capaz de dejarla,
si debieran de multarla
pa'que no juera trompeta...
Tiene botas abrochadas
que son para los domingos,
pues van unos cuantos gringos
que invita con empanadas,
gracias a estas convidadas
en qu'ella hace gran derroche,
pasan la tarde y la noche
las chancletas descansando,
mientras tanto les va dando
un poquito a las de broche.
(Foto: José Carlos Soto)
Décimas copiadas de un cuaderno del señor Arnaldo Bordeu por Mario A. López Osornio en su libro "Oro Nativo".
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