martes, 7 de agosto de 2012

Innacio y Mariana

(Pintura: "Me esperabas" de Tito Saubidet)

Al tintinear del cencerro
y al trotar de unos baguales,
venía Innacio Pardales
de la estancia "Los Dos Cerros".
Lo iban toriando los perros
de las ranchadas cercanas
donde vive su Mariana,
linda moza sin adornos,
la flor de esos contornos
por gauchita y por paisana.

¡Juira!, a los perros gritó
y ya se dio contra el suelo,
y una mirada de anhelo
hacia un rancho dirigió.
Y ya en el palenque ató
el cabresto del montao,
los fletes habían rodiao
a la madrina tobiana
cuando apareció Mariana
con un mate bien cebao.

-"Mi gaucho estará cansao",
dijo ella ruborosa
mientras al vestido rosa
le acomodaba el volao.
Un suspiro prolongao
largó él y una mirada;
después en forma pausada
a una bomba se ayegó,
bombeó un rato y llenó
la bebedera de agua clara.

Una tranca le sacó
al corral de cina-cina,
silbó y entró la madrina
y la tropiya siguió.
La tranca le acomodó
otra vez pues al corral
y Mariana sevicial
otro mate le traía
con esa inmensa alegría
que hace al amor retozar.

-"¿Cómo andan pu'acá las cosas?",
le dijo Innacio a Mariana
y eya como flor lozan
le contestó ruborosa:
-"Tengo una sorpresa hermosa
que no te quería contar,
mas te la tengo que dar
pa que busqués un compadre
que pronto vas a ser padre"...
y entró Mariana a yorar.

El paisano se reía,
con sus brazos la abrazó
y en la cara la besó
al tiempo que repetía:
-"¡Mi gaucha, mi prienda mía
ya sola no ha de quedar,
ya tendrá con quien charlar,
una amiga o un amigo""
y el rancho se hizo testito
de ese amor tan fraternal.

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