(Pintura: Rodolfo Ramos)
1
Vos “gatiao” hiciste historia
y hay que contarla por cierto,
porque si bien estás muerto
vivo estás en mi memoria.
Esta es la dedicatoria
de mi ricuerdo cabal,
juiste soberbio animal
con virtudes y defetos…
¡Pa’ mostrarte mis afetos
te ofresco mi canto lial!
2
Ayá en el cincuenta y siete
a “Los Ombúes” yegastes
y en ese campo te criaste
sin peligro que te inquiete.
Pero los años no al cuete
pasan, y yegó el momento,
de’nfrentar el sufrimiento
que’l amanse sinifica,
porque a un libre sacrifica
¡…y bien sabés que no miento!
3
Y ya dentrada, nomás,
tu orguyo de libertario
bajó al primer alversario
de tu lomo montaraz.
Podrán decir que un audaz
ju’ese primer montador,
pero vino otro mejor,
otro más, y endispués otro…
¡Y vos con garra de potro
mantenías limpio tu honor!
4
Patente ricuerdo el día
que yegó a montarte un mozo:
güen jinete, habilidoso,
que de tus mentas sabía.
Beyaquiabas, ¡madre mía!
con tu fiereza mayor,
pero el hombre con rigor
te yevaba a lonja suelta
hasta que hayastes la güelta
pa’ seguir en bajador.
5
Pa’ mi que ya presentías
que te dominaba el crioyo
y encarastes pa’l arroyo
tan malo como venías;
la intención se te veía
y cuando tu salto arranca,
refalándose pa’l anca
el jinete echaba el dos,
demientras nadabas vos
lejos ya de la barranca.
6
Endispués te lidió un vasco
muy camperón pa’mansar,
que un tiempo te supo andar
aunque al recao le hacías asco.
Pero… se rebalsa el frasco
cuando tiene agua de más,
y en la cañada de atrás
-vaya a saber porque causa-
pusistes punto a una pausa
largándote a beyaquiar.
7
Te yevaron a otro pago
por si el cambio servía de algo,
y livianón como galgo
de afluejar, hiciste amago;
pero le diste un mal trago
a’quel jinete afamao
que quedó como pasmao
cuando comprobó tu ausencia,
porque vos pa’ la querencia
galopiabas bien rumbiao.
8
Al fin de la travesía
motivo ‘e tu travesura,
enfrentastes la postura
de un domador de valía;
ya tus “mañas” conocía
y con rispeto, primero…
luego… con paisano esmero
te anduvo sin que te’mperres…
¡Se yamó “Pampa” Gutiérez
quien cambió tu derrotero!
9
Endispués supo mi padre
ensiyarte con frecuencia
y lucistes tu presencia
en el terreno que cuadre.
Avispao, como comadre
siempre con el ojo largo,
eras manso y sin embargo
eras también de cuidao,
¡no t’iba a echar el recao
porque sí, cualquier amargo!
10
Juistes, pingo, sin emparde
en el trabajo campero,
incansable y altanero
con resto pa’lgún alarde;
cumplistes sin yegar tarde
hasta en la güeya más larga,
por eso tu fin me amarga
-y a la par que me acongoja-
algún lagrimón me afloja
esta emoción que hoy me’mbarga.
11
Pero a veces la injusticia
taya… ¡con sus prepotencias!,
y aconseja sugerencias
que uno aceta sin malicia.
Por eso la venta inicia
el fin de tu derrotero;
vos que juistes tan matrero
y tan risuelto… ¡barajo!
Por no afluejarle al trabajo
dejaste’staquiao el cuero.
12
Sucedió, que a “tu patrón”
algunos potros ‘le arriaron’,
pero al rastro que dejaron
lo sigue con decisión;
y confiao a su atención
galopa parejo y duro,
legua tras legua de apuro
sin permitirse desmayos,
hasta dar con los cabayos
sueltos… en lugar seguro.
13
Sin señal de algún cristiano
-echándolos por delante-
con los potros, arrogante,
inicia la güelta ufano.
El tirón es soberano
pero apura por yegar,
y a vos, que sin afluejar
trajinastes tu destino,
¡velay! al fin del camino
la muerte te jue a esperar.
14
¡Gaucho “gatiao”… que pingazo!
No jue crioyo tu linaje
pero era crioyo el coraje
que pinté con grueso trazo.
Mi verso -simplón acaso-
tiene su rial fundamento:
por vos levanto mi acento,
y humilde a decir atino
que’s del cabayo argentino
¡piedra pa’ su monumento!
(21/05/1981)
(Pintura: Vasco Machado)
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