(Pintura: Vasco Machado)
Nos decía entre mate y mate
un amigo veterano:
"Yo cruzo el mundo orejano
-la experiencia me respalda-
al que charla de más, le doy la espalda
y al que sabe callar, le doy la mano".
"Yo no tengo revés; soy de una cara,
nunca supe aflojar en la jornada.
Soldado y guía de la gran cruzada
cuando lo nuestro resurgió del lodo;
yo soy de aquellos que lo dieron todo
y que, nunca jamás pidieron nada".
"Hoy como ayer, acudo si me llaman
y sin mirar atrás, atropellamos.
Hoy como ayer, en el peligro entramos,
pues no interesa que la muerte ronde.
Iríamos todos, sin decirle a donde,
si de la patria se escuchase:"Vamos".
Tomaba un mate, preparaba el otro...
y aquel paisano de figura altiva,
siguió diciendo con mirada viva:
"yo soy el mismo, sin mirar paraje;
al que quiere aflojar, le doy coraje,
al que quiere luchar, le grito:¡Arriba!"
El fue soldado de las viejas filas
que taloneando repechó los Andes,
por sendas chicas, que se hicieron grandes.
Entre canciones y mil peripecias,
templó su vida con acciones recias
y tuvo un algo del famoso Hernandez.
"Demuestren siempre que no son de paja,
y estén dispuestos a cuidar lo nuestro,
el arma lista y el coraje presto;
vayan pensando, donde doy, recibo
y si no matan sin tener motivo,
tampoco aflojen, sin jugar el resto".
Cambió la yerba que ya estaba floja,
siguió chupando con bastante ruido;
en su pasado se quedó prendido
y hubo un silencio que nos fue envolviendo.
Después, el mate se le fue cayendo
y junto al fuego, se quedó dormido.
Aquel silencio nos dejó tan tristes,
-aquel silencio con aquél pasado-
que sin pensarlo me arrimé al recado
y allí sentado galopó mi mente.
Luego de nuevo me acerqué al durmiente
y con mis mantas lo dejé tapado.
Cerca del fuego, me quedé de guardia
junto al soldado de la gran contienda;
junto al soldado que cruzó la senda
que a tranco lento lo llevó a la gloria.
Y allí dormía de la vieja historia,
un centauro varón hecho leyenda.
(Pintura: Ricardo Carpani)
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