(Pintura: Francisco Madero Marenco)
Terminó la resereada
y al volver para mi rancho
me invitó el camino ancho
a volver por mi pisada.
Pensé, por la madrugada
según el tranco que llevo
me voy a encontrar de nuevo
con el mate en la cocina
devolviéndole a mí china
las caricias que le debo.
De repente el sol cobarde
se escondió ante mi reproche
y se empezó a hacer de noche
en el medio de la tarde.
Me dio tiempo pa’ que guarde
bajo el poncho mi osamenta
pero venía una tormenta
de relámpagos perdidos
que hacían los mismos sonidos
de un lazo que se revienta.
la noche es como un letargo
que al mismo miedo entusiasma
y el viento es como un fantasma
que tiene el cabello largo.
Iba soñando un amargo
que me entibie el sufrimiento
y por un breve momento
un pucho me iluminó,
la mitad me fumé yo
y la otra mitad el viento.
Pero termino lo bueno.
Para colmo mi caballo
cada vez que veía un rayo
le esquivaba el cuerpo al trueno.
De repente ví el terreno
con el primer chaparrón,
le jugué a mi redomón
la esperanza que tenía
por que yo ya ni sabía
cual era mi dirección.
Siquiera la misma ausencia
sabe el tiempo que me ausento
y a veces lo que yo siento
no sabe ni mi conciencia;
me llamaba la querencia,
mi rancho, y a mi paisana
la imaginé tan cercana,
tan feliz, que pude ver
la imagen de una mujer
esperando en la ventana.
A veces el pensamiento
y el deseo te transporta
a un lugar donde no importa
ni el estado ni el momento.
Pero hubo un presentimiento,
como una sensación rara,
como si la noche hablara
viéndome temblar de frió,
y la mano del vacío
me diera un chirlo en la cara.
Al llegar a la tranquera
vi el rancho tan apagado,
tan triste y abandonado,
tan convertido en tapera,
que busqué a mi compañera
pero seguro sentía
lo mismo que el alma mía
cuando en la necesidad
te lleva la soledad
en busca de compañía.
Desde entonces ya no tengo
que decir de donde soy,
para que camino voy
o porque camino vengo.
Y aunque a veces me detengo
a charlar con mí conciencia
me voy como penitencia
de un arreo a otro arreo,
sin que me gane el deseo
de volver a mi querencia.
hablar con la conciencia, es vital
ResponderEliminarsaludos desde Uruguay