Ya amagaba la oración
un horizonte rosillo
cuando al puesto en un tordillo
cayó el hijo del patrón.
Un mocito chapetón
que vi nacer en las casas,
pero como el tiempo pasa
y ande hay yeguas nacen potros
se hizo grande entre nosotros
en la estancia: "La Torcaza".
Supuse mientras llegaba
que sería pa'mi el encargo
ya que hacía dos meses largos
que mi jornal no cobraba.
Y en tanto lo saludaba
a los perros espanté,
a desmontar lo invité
con sincero cumplimiento,
y al ofrecerle mi asiento
un amargo le alcancé.
Lo aceptó medio a desgano
como escondiendo un recelo,
y ahi nomás le agarré al vuelo
que algo se traía entre manos.
Porqué no te irás al grano
pa'mis adentro pensaba,
y al ver que no se largaba
le puse el pie en el estribo,
preguntándole el motivo
que a mi rancho lo acercaba.
Me dijo con arrogancia:
-"Con mis dieciocho cumplidos,
"tengo el derecho adquirido
"de ser patrón en la estancia;
"acá hay cosas de importancia
"que se manejan muy mal,
"y por derecho legal
"que mi padre me concede
"desde hoy seré para ustedes
"el mandamás general".
"Primero sepa don Lino
"que este puesto que usted ocupa
"es el que más me preocupa
"porque está junto al camino.
"¡Qué tentación me imagino,
"pa'los otros que usted sabe!
"y como el caso es muy grave
"y acá viene mucha gente
"la tranquera permanente
"me la va a tener con llave".
Qué sacudón, ¡la gran siete!
me pegó con su argumento,
que pensé por un momento
darlo vuelta de un moquete.
Pero asujetando el flete
dejé pasar la tormenta,
y hayando una frase atenta
le dije en tono severo,
-"Antes de hacerlo, prefiero,
que me haga arreglar las cuentas".
"Son veinte años de mensual
"que llevo aquí compañero,
"sin que jamás de un potrero
"se me pierda un animal.
"No vaya a tomarlo a mal
"si en algo me estoy pasando,
pero puede irse grabando
"como que soy Lino Aldao,
"que no hace falta candao
"donde yo esté trabajando".
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