martes, 19 de junio de 2012

Doña Paulina

(Pintura: Carlos de la Torre)


Ayá en un camino real
que va costiando un bañao
se ve un rancho abandonao
que casi cubre un cardal;
de su estampa sin igual
hoy solo quedan las ruinas,
y donde era la cocina
entre esas paredes viejas,
‘ta poblao de comadrejas
y otras especies dañinas.

Habitó aqueya tapera
en un tiempo ya lejano
Doña Paulina Medrano
viuda de Fausto Contrera.
Dice la gente de ajuera
que del puesto de “Los Valles”
la echaron sin más detayes
junto con otros puesteros,
y lo mesmo que’l hornero
levantó un rancho en la caye.

En muchos caminos reales
a lo largo y a lo ancho,
se jue poblando de ranchos
por desalojos rurales.
La verdá que a tantos males
nunca le ví la ventaja,
si en cada rancho de paja
una razón se sustenta:
la tierra no es bien de rentas
sino ¡del que la trabaja!

Jué vendiendo poco a poco
lo que nunca había pensao:
de la tropiya ‘el finao
no le quedó ningún soco;
junto a un petizo bichoco
de boyeriar, muy desecho,
entraron varios de pecho,
y un bayo -que’ra el mejor-
se lo dio al hijo mayor
que’ra su brazo derecho.

Jué madre y jué compañera
de sus hijos sin descuido,
y hasta en los ratos perdidos
jué maestra y culandrera;
cosa ‘e no creer de’ndevera
que habiendo tanta riqueza,
por unas cuantas cabezas
de avarientos sin escoyos
tenga de que andar el crioyo
a golpes con la pobreza.

Con su espíritu sereno
y su fibra de quebracho,
se crió todos los muchachos
y algunos cuantos ajenos,
pero unos más y otros menos
todos volaron temprano,
y asigún cuenta un paisano
que una noche de tormenta,
ya pisando los noventa
murió Paulina Medrano.

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