"...guacho y gaucho me parecían lo mismo, porque entendía que ambas cosas significaban ser hijo de Dios, del campo y de uno mismo". (Don Segundo Sombra)
jueves, 10 de mayo de 2012
Las milicas
Cual podría ser la estrella
que deje un rayo de luz,
y le ilumine la cruz
que ha padecido en la huella.
Donde estará el alma de ella
con sus faciales carmines,
que envejeció en los confines
al que llegó a padecer,
la desgraciada mujer
que anduvo por los fortines.
La de las tantas fatigas
que desde Trenque Launquén
llegaron hasta Neuquén
con aspecto de mendigas.
Previsoras como hormigas
cuidaban su hombre con brillo,
en la chuspa un cigarrillo
tenían siempre para armar,
y sabían suplantar
la yerba por el tomillo.
Desde un jefe de frontera
o a quien se les antojó,
todo el mundo se sirvió
de la pobre cuartelera.
Tanto sea de lavandera
como rondar el desierto,
cuando de hambre cubierto
a la hora de cocinar,
igual salían a juntar
Güano por el campo abierto.
En la tropa que a los Andes
salió a invadirlo al ranquel
la fortinera Raquél
dio a luz en Salinas Grandes.
La noticia hizo desbandes
por el nuevo fortinero,
porque si alumbró el sendero
en la tierra en que nació,
la Salinas acunó
al hermoso salinero.
O aquella que un día de mayo
24 de frío cruel,
cuando iban a Choele Choel
parió y siguió sin desmayo.
La misma que bajo el rayo
protector de su destino,
no se quedó en el camino
y no caludicó jamás,
al darle un milico más
al Ejército Argentino.
Hubo viejas curanderas
en el arte de curar
como la vieja Pilar
que estuvo entre las primeras.
Con yuyos y otras maneras
imponía su mano fina,
como mamá Culepina
cuantos partos asistió
y a cuanta gente salvó
su clásica medicina.
Había otra curandera
deslumbrante de fulgor,
que parecía una flor
por lo linda y por soltera,
la iba de mazamorrera
cargo que tenía en la palma,
sabía pasarla con calma
y debía descansar,
porque tenía que curar
"a los enfermos del alma".
Cual podría ser la estrella
que deje un rayo de luz
y le ilumine la luz
que ha padecido en la huella.
Ojalá que a su querella
cualquier ocasión la encuadre,
no habrá mecha que taladre
lo que ha formado el Creador,
cuando le puso el amor
en un corazón de madre.
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